El perro.

Alejandro Tapia

El perro.

 

Haciendo espuma del coraje, de la congoja

de perder siempre,

de tragar siempre este sabor a cobre

 

La mañana me llena los pulmones

con cenizas y frío…

a esa hora  cuando la luz es

polvorosa  y plateada

cuando se limpian los pecados

de todos los que pisamos el asfalto

cuando la vida aparece ante los ojos

de los bendecidos…

a esa hora, ando siempre drogado

y sin comer desde antier todavía

me gusta lamer la mano del alma caritativa

que me acaricia por piedad

para aliviar mi soledad

 y que luego se va

 

A veces, le doy asco hasta a mi propia camada

Pues sólo yo olvidé que la vida no para

como ellos olvidaron que me aman

yo olvidé también  cantar

también  contar hasta el diez

y los brazos se me cansan de tratar

y de escribir,

de describir

todos los bocados que ya en la boca

a punta de palazos en el hocico me han quitado.

 

Vengo bajando del álamo en  pleno invierno

por eso ladro sangre y ladro ronco

por eso aparte de mi sombra

se me pegó la rabia en el costado

por mirar el sol aquel último verano

siento que nada siento

y que nadar no puedo

pues me ahogo en misantropía

 

Más me salva, morder, jadear

jugar a amar

roer y comer muy lento

otra piel que el deseo sigue consumiendo

sucio, obsceno, en la calle.

 

Triste vals quise bailar un rato más

pero terminé en cambio llorando

hasta  vomitar risotadas que

huelen a sal…

entre la inmundicia de la calle sucia

mi alma seguirá sola y así se irá a pernoctar

sedienta y abandonada

como el perro que siempre fui

con el siempre eterno casi invierno

detrás de la mirada…

 

¿Por qué me dejaste correr sin correa?

 

 

 

 

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