El Maravilloso Chopin.-

Con las  armonías grabadas en tu alma,

tus manos gacelas, tras ellas se movían.

Gozabas ejecutando  las notas que venían.

Tu divina inspiración te procuraba calma.

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Delirabas  con los signos tonales que traías;

y, al final, una admirable música creabas.

Nadie se atrevía a reprochar tales elegías.

Mimado e imbuido, la música tú tocabas.

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La gente te escuchaba tocar y tú coreabas.

El piano se hacía eco y tus manos; de tu fin.

Con tu música dulce elevación generabas

a esas preferidas damas de grandeza y postín.

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¿Acaso tu arte fue la inspiración de deberes;

la fortuna o una desdicha en tu delicada vida?

Cierto, fue polémico amar a dos mujeres:

Tu amada música y, a George, linda y querida.

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Más amado que a ningún otro, fue tu piano,

a éste dedicaste la ilusión y fuerza de tu vida.

Para tu música, el PIANO fue tu dulce hermano;

el fiel compañero en una existencia tan sufrida.

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Corolario.-

Un comentario referido a este trabajo.-

Hace tiempo ya, escribí acerca de la fascinación del filósofo Idealista Frederick Nietzsche, por la música de Chopin. Dejo acá un fragmento, de vidas cruzadas por el arte musical. En ese tiempo, evocaba una famosa frase del filósofo:

No podría ser de otra manera, si asumimos, a partir de su frase, "Sin música, la vida sería un error", que, en alguna parte de ese corazón pétreo, había una rosa rosada y perfumada, y qué quizás, embriagado por el perfume y las notas celestiales de un vals, se atreviera a danzar con el Vals Brillante de Chopin y de compañera  tomará a la escurridiza Lou Andrea-Salomé de sus deseos. (  rnj/02/04/2020.

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II.- Ante Chopin:

Son dos pálidas perlas

que brotan en solitario;

yo no puedo recogerlas

o secarlas con mi sudario.

Este sentir no tiene fin,

si he de escuchar a Chopin.

Raiza N. Jiménez/ Rnj/