Surcaré el fondo del mar, descifrando el latido secreto y pendiente,
Renaceré con el sol que enciende el horizonte,
Más nunca podré olvidar mi sensación al ver tus ojos renacientes,
¡Te lo pido, Deberías escuchar… mi amor en la hoguera del monte!
Hablando mil lenguas del crisol zigzagueante,
Latiendo desde el fondo intrínseco de mi corazón vivo,
Albergando lo que no rehúye de mi pensar desafiante,
¡Te digo de nuevo, Tendrás que hospedar… mi suspiro cautivo!
Me enamoré de ti y mi voz vaticina la réplica viva de un temblor,
Rasguñando la estela del polvo de estrellas que arrecia en tu luz,
Y sin excusas, en un gesto audaz rastrearé el pistilo de tu flor…
Así mis enamorados ojos resucitarán en la belleza de tu corazón,
Rasguñando el camino que atraviesa el mundo de la cruz,
Le anuncio al mundo, porque te amaré mucho más de lo que me indica el tiempo y la razón…
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