LA BALANZA

Ahora que soy “grandecita”, me asombra gratamente
descubrir la autoridad que tenía aquella niña de ocho años:
Dijo mi mama:
_Vení, tenés que ir a la verdulería a comprar dos kilos de
papas_
_ Bueno…No me lo anotes, es fácil. Yo me acuerdo_
Como era mi costumbre, salía haciendo piruetas con mis
piernas y reboleado la bolsa como la hélice de un helicóptero.
_Buen día Don González_
_Buen día Martita, ¿Cómo estás?_
Yo no contestaba, recorría la verdulería. Mientras esperaba que me atendieran, disimuladamente, me comía dos o
tres uvas alguna cereza y de pasada hundía el dedo índice
en los tomates maduros. A pesar de mi aburrimiento
estaba muy atenta cuando era mi turno, porque muchas
señoras me ignoraban y pasaban sobre mí.
_¿Quien sigue?_
_Yo… !!! _Me toca a mí…!!!_ Quiero 2 kilos de papas_
Sobre el mostrador de madera estaba la balanza con dos
platillos iguales y las pesas de bronce de varios tamaños.
Me gustaba su brillo dorado e imaginaba que eran soldados
sin brazos. Siempre tuve la tentación de robarme la más
pequeña.
El verdulero agarraba la pesa que decía “ 2Kg”, la ponía en
uno de los platos y el otro se elevaba esperando el equilibrio. Tenía las manos grandes, los dedos gordos y sucios,
con firmeza las metían dentro de una bolsa de arpillera
dónde sacaba las papas, que colocaba en el otro platillo.
Yo espera el momento maravilloso del “equilibrio”. Éste se
producía únicamente cuando el peso era igual en cada uno
de sus lados.
Rápida y enérgicamente decía:
_Ya está_ Dame tu bolsa Martita_
Aquella niña se quedaba inmóvil e indignada por el desequilibrio de la famosa balanza, escondía la bolsa detrás de su
espalda y miraba fijamente los viejos ojos del tramposo
verdulero, El, comprendía el dialogo silencioso, con resignación, metía nuevamente la mano en la arpillera y ponía
las papas que faltaban sobre el platillo.
_Hasta luego Don González_
Su silencio, ante mi saludo, nuevamente se convirtió en
dialogo, era evidente, no le gustó, que esta niña descubriera su trampa.
 Quien  sigue......

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• "...Te largan a la cancha sin preguntarte si querés entrar Por si fuera poco, de golero; toda una vida tapando agujeros Y si en una de esas salís bueno, se tiran al suelo y te cobran penal”.