Sobrevolando el infinito remanso de la verdad encuentro tu sonrisa.
Una picardía que sólo la creación disimula.
Un pecado encubierto que sólo un ruiseñor puede despejar.
Y sin embargo, me haces sentir la multiplicación de panes, olvidos, desvelos, ingratitudes, miserias.
A cada rincón que se hace arena como un desierto, yo me convierto en tu oasis.
A cada grito desgarrado de un tiempo digno, yo me vuelvo un torbellino.
A cada palabra necia, cómplice y embustera, yo me bebo las dudas.
Multiplicaos para poder seguir, es la consigna.
Multiplicaos entre dioses de barro, quimeras imposibles, utopías de góndolas. La revolución en un gotero.
Viste que pequeña es la porción de mi mundo.
Se parece al botón de tu blusa.
A la cornisa de tu cama.
Al escaparate de tu sombra entre mis sábanas.
A la mueca oculta sin tu marido.
A la constipación de tus miedos.
Al reír de los niños en fiestas navideñas.
Volar con la frente marchita, la cabeza erguida, la espalda anudada, y el esperma urgente.
Cada paso hacia una humanidad deshumanizada nos hace carne y silencio.
Cada minuto perdido.
Cada instante sin mordaza.
Cada rebaño sin su oveja negra.
Cada Dios sin su sacramento.
Por ese camino sin cadalso, pago y me retiro.
Soy la soberbia tierna.
El egoísmo dormido.
El ególatra sin sentido.
Y sobre todo…a pesar de todo…y por todo tu universo paralelo.
Ese que sabe a azúcar impalpable, nuez moscada, gotitas de roció, miradas añoradas, y tu caricia desvelada.
Vuela…
Vuela…
Y aterriza en mis sentidos.
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Autor:
Dady Rubio (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 16 de junio de 2021 a las 09:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 20
- Usuarios favoritos de este poema: Sauce mm, Augusto Fleid
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