**~Novela Corta - Atrevido Amor - Parte I~**

Zoraya M. Rodríguez

Laura era una mujer muy seria, capaz, de amar a quien quisiera, y siendo muy seria la chica, pero, algo oculta la muchacha, y es un amor eterno y tan real como lo fue fugaz en su corta vida. Y es a su primer amor, el primer amor aunque no se crea es el primer amor que le enseñó a amar, a sentir amor por primera vez en el corazón, y por el cual, luchó hasta el final, pero, él se marchó lejos a estudiar. Laura sólo anhelaba tres cosas en su vida, a su verdadero amor, a su hijo y a su trabajo. Ella, trabaja como niñera a dos cuadras de su casa, esperando por el dinero que obtuvo de ese trabajo para poder vivir y pagar sus deudas y poder dar de comer a su hijo porque se le iba la vida a veces, pero, con mucho ímpetu y compromiso todo se puede, se decía ella, Laura. La joven llamada Laura se enamoró un día de José, cuando él con mucho respeto la enamoró y ella creyó en su amor, pues, sí, ella sentía el mismo amor entre su corazón y la pasión que le dejó José, sólo ella lo recordaba así. Un joven retraído, como ella, y en su corazón un amor casi inerte, fuerte, con mucha pasión desnuda y sin medida, realmente amaba a Laura, y con todo su corazón, y con todos sus ojos de café, sólo quiso llevarla por donde sale el sol, por donde se vé el amor en sus propios ojos, por donde se vé la magia de un amor y tan abstractos como el amor que ellos se sentían, y se profesan, cuando se amaban con mucha vehemencia, y pasión. Sí, si se amaban con mucho respeto, con mucho amor, con mucho diálogo entre dos seres que sí se amaban, y se querían con mucha honestidad en el alma y más en el corazón, cuando en el trance de la vida se dió efímeramente lo más triste en el camino de Laura. Cuando en la perfección del amor todo iba muy bien, hasta que en cuarto año el final del curso general de la escuela pública se tienen que separar, Laura toma su rumbo y él se marcha lejos hacia los Estados Unidos a estudiar. Laura quedó sola abatida, herida con el amor, y con la pasión sin medida a cuestas de ese sol. Y no sola precisamente, Laura estaba embarazada. Y sí, él, José, se marchó lejos sin saber nada de la vida de Laura, ni que esperaba a su primogénito. Y nace el primogénito de Laura y José, y la vida comenzó a dar señales de preocupaciones, porque el niño tenía que comer. Mientras que Laura vá en busca de trabajo, y por no tener experiencia laboral lo único que logra conseguir es un trabajo de niñera a dos cuadras más abajo de su hogar. Cuando en el trance de todo, y de la nada del olvido, quedó Laura en una sola soledad que le llamaba en ser como el mismo imperio solo y en soledad llamando una seriedad inocua su esencia de mujer marchita como la rosa. Cuando en la sustancia de todo se ofreció la manera de ver y de sentir el suave desenlace de creer en el tiempo trascendental de Laura. Y Laura se debate entre lo real y lo trascendental de un todo cuando en el combate de ir y de venir, hacia el mismo desenlace fatal de creer en el amor a toda costa, pero, no era tan liberal como el mismo silencio, cuando en el trance de la vida se creó un combate entre la vida y la creencia de creer en el abyecto delirio de ver la vida como un principio y no como lo irreal de un todo. Cuando se acecha el inconveniente de ser como el delirio frío sintiendo el suave desenfreno de creer en el instante, cuando en el ocaso enfrío como el mismo desastre en que el frío entristeció de tal manera como el llanto de Laura cuando vió su vida sin aire y muchos menos sin vida y sin amor. Cuando en el ocaso enfrío como el mismo desastre de creer en el mismo instante en que el cielo se desafía como el mismo imperio cuando en el ocaso se dió como el mismo frío. Y Laura lo sabía que el silencio era tan sabio como el mismo tormento, o como el mismo desastre de ver el desafío y el desenfreno de un tal veneno de su esencia cuando en el trance se identifica como el mismo instante en que se dedica la misma fuerza en la misma fortaleza, cuando en el trance de lo vivido se sintió como el mismo desenlace frío. Cuando en el combate de la esencia se siente como la misma fuente del sol, pero, con la misma lluvia, desenfrenado el día cuando en el ocaso se siente como el mismo frío. Cuando en el mismo combate de un sólo desastre, se dió como el mismo pasaje vivido. Si cuando Laura quedó en el combate frío de una eterna eternidad y con el silencio se dió como el mismo instante en que se amó intensamente. Cuando en el aire se intensificó como el mismo aire y disolver el desastre de creer en el mismo instante en que se da como el mismo instante en que se siente como el mismo sinónimo del amor, pero, en el antónimo del amor sino el odio mutuo de un amor que fue. Cuando en el desenfreno y en el veneno de un todo se dió como el combate de creer en el alma una fuerte sensación cuando en el instante se da como el mismo instante en que se siente como la misma vida. Cuando se siente como el mismo instante en que se tornó el mismo final desenlace cuando en el amor no triunfó y todo porque el instante se sintió como el mismo el mal final y tan fatal desenlace mortal. Cuando en el tiempo se dió como el mismo instante en que se sintió delicadamente impetuoso. Cuando no se calmó ni un ocaso ni un desastre muerto por un sólo tiempo en que el deseo se convirtió como un auge dentro del universo y de un desastre inocuo. Cuando en el embate dentro de la fantasía se siente como el mismo imperio de un sólo desastre cuando en el aire o en el viento se siente como el mismo mal desenlace, dentro del ocaso muerto. Cuando el viento se da como el mismo desafío y tan frío como el mismo desenfreno dentro del ocaso por un sol siniestro. Cuando en el instante se da como el mismo tormento de ver el cielo tormentoso e impetuoso, pero, muy de acuerdo de sentir el frío a base de su mala situación. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, sólo fue como un solo suburbio autónomo de creer en el embate supersticioso, en saber que el delirio se sabe como se sabe el desenlace de creer en el combate inocuo de creer en el mal desenlace de saber que el silencio era nuestro como la misma sensación.

Y Laura lo sabía de que había quedado con su hijo en manos, y más con toda una vida maltrecha y más desolada, pues, entre el trabajo y el niño se le iba la vida. Y para el amor no había ni tiempo ni pasión ni vehemencia hacia nuevos valimientos del amor. Cuando en el trance de lo vivido, se dió una perfecta, pero, imperfecta mala movida, cuando su vida tomó un mal trance, cuando en el ocaso frío se dió como obtener el mal desenlace hacia un destino y tan fatal como el haber comenzado sin más amor que el de José. Y José lejos de ella, y de su hijo, por lo menos estudiando y haciendo una carrera, la cual, le daría de qué comer, pero, cuando volvió de los Estados Unidos, no logró más que no acercarse a ella, ni a su hijo, o sea, que se olvidó totalmente de Laura, y quedó realmente a la deriva, sola, maltrecha, desolada, y tristemente en una cruel soledad, la cual, se intensificó más o menos cuando en el trance de lo imperfecto el niño y ella, Laura, quedaron sin padre y sin amor. Cuando en el tiempo, y más con las horas impertinentes e inertes se le iba la vida en trabajar y en cuidar de su niño. Cuando en el delirio nefasto y cruel y tan trascendental de un todo mal vivido, se dió efímeramente inocuo el mal desenlace de creer en el tiempo y en el ocaso frío al llegar la  noche perdida de horas inexistente sin laborar para cuidar a su niño. 

Y Laura pensativa, sin daño alguno en su numen, incorporando en un sueño o en la realidad, o en una falsedad o en una conmoción de un sólo desastre, por el temor a ser derivadamente en la sola soledad hacia la cúspide de un mal vivir, cuando ella, Laura no era feliz ni con su trabajo ni con su niño. Y se vió Laura aterrada y aferrada al dolor, a la mala consecuencia de haber vivido con errores y de creer en el tiempo, y en la conmiseración inocua, de saber que el destino era superficial, trascendental e inerte como las hojas de otoño en que el viento no jugaba con ellas en el suelo. Y se dedicó en ser la niñera de otro niño, al cual, lo quería también como si fuera otro hijo, pero, a su hijo lo amaba con un corazón lleno de amor, aunque siempre pensaba en el padre del niño, como algo imposible de poder olvidar. Cuando en el deterioro vivido se vió aferrada al recuerdo de ése hombre, el cual, ella amó con locura, pero, la dejó sola, solitaria y en una cruel soledad. Cuando en el combate de un sólo embate perdido se dió lo más impetuoso y perdido de todo un cielo de gris tormenta, cuando ella, Laura, se vió horrorizada de espantos nocturnos con pesadillas crueles en su corta vida, cuando en el suburbio de lo autónomo se dedicó en cuerpo y alma a amar a su trabajo y a su niño. Si cuando en el altercado de un pasaje de lo esencial y de un mal vivir, se dedicó en cuerpo y alma a amar lo que conlleva una perdición dentro del mundo que la esperaba en contra de todo y en contra de la nada del olvido y era su hijo. Cuando en el embate de lo sucedido de perder a su amor a José, se olvidó de amar y en ser amada, como toda mujer, que quería en ser como la misma vida, cuando en el instante se volvió como en ser una mujer seria como tan tranquila como toda su vida. ¿Era una verdad o una mentira?, que su vida era una solitaria y sin amor de un hombre, cuando en el ocaso frío se dió como llega la noche fría, cuando en el fingir se sentía como el mal desenfreno de haber vivido y sin amor. Si en la verdad de su corta existencia, se dedicó en laborar como niñera, cuando en su mundo se dedicó en cuerpo y alma, en ser como el mismo amor, pero, de un madre consoladora y tristemente infeliz, pues, su amor se fue con el sol, buscando una carrera para poder vivir. Y José, volvió a la isla donde se halla Laura, y no la buscó ni se recordó de ella ni en un sólo instante. Y petrificando el destino, se vió atormentada y en un sólo trance nefasto, cuando en el tiempo, y en un sólo desenfreno se dió como el mismo mal desenlace, cuando en el combate se dedicó en un sólo mal vivir. Cuando se fue José, hacia los Estados Unidos, se fue en contra de todo, como lo fue como el mismo amor llevándose un sólo corazón que lo amó verdaderamente, cuando en el trance de lo imperfecto se dió como el mismo mal final, cuando se fue tan lejos como el mismo vuelo. Cuando en el silencio se dió como la misma paz, si se dedicó en forma adyacente de ver el cielo de la misma forma en la misma cruel tempestad. Como en un cielo lleno de nubes cargadas de lluvia, cuando su mundo quedó como el mismo delirio, y tan delirante como la misma vida, y quedó ella, Laura, como la misma mentira, cuando en el silencio se dedicó en ser como el mismo mal tiempo. Si cuando en el mal principio de un todo, se fue José con su amor y más con sus ganas de vivir. Cuando en el trance de lo imperfecto fue el defecto de su pobre corazón, cuando se dedicó en cuerpo y alma, en ser como el mismo mal vivir. Y ella, Laura, pensando en su corta vida, y en su corto amor en la vida, se fue con la pasión hacia la vehemencia innata y tan original como el haber comenzado un sólo amor en el corazón. Y el rumbo de Laura, se dedicó en ser como el ingrato desenfreno, como el mortal veneno de sentir el silencio en cada oído, cuando sólo escuchó un eco como un sueño o una cruel y vil pesadilla, que le decía “te amo”. Cuando en el trance de la vida, se dedicó en ser como el ave poder volar lejos sintiendo la conmiseración cauta e innata sobreviviendo en el mal trance de un mal vivir, el mal vivir de Laura. Cuando en el freno inmortal de un letal y mortífero desenfreno se vió atormentada e inefable e indeleblemente sin daño alguno, sólo con un mal recuerdo en sus pensamientos que aunque le hacían mal, sólo ella quería salir de ese mal percance. Cuando en su forma extraña de ver y de creer en el silencio automatizado si se vió el reflejo de sentir el desenfreno total e inestable de creer en el silencio cuando en el cielo se vió aferrado a creer en el combate de ver su vida como lóbrega y sin color alguno. Cuando, de repente, se vió forzada a creer en el destino y en el mañana, cuando en el instante de ver el cielo se vió atormentada en una efímera transparencia, y en un sólo color como el luto de color negro que lleva ella, Laura en su corta vida. Cuando en lo imperfecto de un todo y en la nada del tiempo, sólo se debate una sola gran e inmenso inesperado infortunio de su vida pasada. Si con el reflejo de su virtud maltrecha y desolada, sólo ella, Laura, perdió lo efímero, y la conmiseración de ver el cielo de gris tormenta, cuando en el comienzo de un todo, se dedicó en cuerpo y alma, a amar lo que quedó en su corta existencia que fue el amor a su hijo o niño, y que por amor lo trajo al mundo y lo dió a la luz de éste mundo. Cuando en el instante de todo, se unificó la mala esencia, y la mala presencia en obtener la furia de su mal altercado, si en el combate de una nada, se vió forzada a derribar el silencio en un eco mal intencionado que por recordar el posado se llenó de ese vil eco, cuando en el camino insospechado se dedicó su alma, en saber que el mal infundado se llenó de rica abundancia cuando su pensamiento voló lejos. Si en el mal de la atracción fue como la euforia de volver a amar cuando una noche salió de su trabajo, y halló lo que nunca a un hombre, el cual, conoció por encomiendas de la vida, cuando en su tiempo y en su ritmo de vida, se dedicó en cuerpo y alma, en ser como el desierto, o como el mismo mar entero, en su propio numen, cuando sólo imaginó la verdad de que estaba sola y tan solitaria como el mismo corazón cuando supo amar a José. Si en el desierto autónomo de la certeza, ella, Laura, se vió aterrada a un sólo mal recuerdo. Cuando su esencia, y su mala actitud ella conoció a Pedro. Si en el camino se vió aterrada de enfrentar el amor nuevamente, y fríamente quiso volver a amar, pero, algo le impedía ser como aquella muchachita que un día entregó el corazón y el amor muy dentro de su cuerpo. Cuando en lo perfecto de todo se dió lo imperfecto de la nada, y del olvido de haber amado a Jośe, y que la dejó por estudios, cuando en su camino halló a Pedro, y lo conoce, tal y como es. Y con zalamería quiso enamorar a Laura, cuando en lo imperfecto de todo, se vió aterrada a su forma de enamorar. Y lo conoce, pues, su forma de actuar y de ver la vida de una forma u otra, se dedicó en atraer la mala consecuencia de ver el cielo de gris tormenta, cuando en su esencia mortifica la espera y tan inesperada de tener otra vez un amor en el corazón. Y Laura sabía que algún día volvería a enamorarse de alguien y sin saber que era de Pedro. 

Pedro, un joven también de la edad de veinticinco años, se vió enamorado de Laura, cuando en el mal percance se vió enamorado de ella, cuando la conoce y con zalamerías y con un aire de Don Juan la quiere enamorar. Cuando en el delirio frío autónomo de la vida misma, Laura, quedó sentenciada al amor con Pedro y más con José, su primer amor y más condescendiente de sus amores. Cuando en el trance de su propia existencia se vé marcando fríamente el deceso de su corazón con un único amor, cuando en el suburbio de su única razón se debió de creer en la mala existencia de ver el cielo autónomo de creer en el delirio más marcado de creer en el desierto de un numen imaginativo de una sola creencia. Cuando en el alma de Laura, se debió de creer en la autonomía de ver el cielo de gris tormenta cuando en la sola razón se debió de pensar en el mal final fatal y tan letal de una sola creencia cuando en el embate de vivir Laura quedó muriendo de frío. Cuando Laura y de fríos en la piel y más en el cuerpo dejó su forma de sentir y de creer en la forma llena de certezas cuando en el ademán de su propio corazón, se fingió de una forma atrayente de creer en el amor y más en el corazón. Cuando conoció a Pedro. 

Y Pedro un joven alocado con la vida, y con ímpetus de enamorar a Laura, él quiso extrañar el amor. Cuando en el trance de la vida vivió marcando lo trascendental y fatal de toda una sola vida. Cuando en el albergue de la vida se debió de amarrar a la vida misma hacia el mismo deseo cuando en la alborada se debió de indentificar, lo que en el alma era la luz misma del mismo momento cuando ella quiso enamorarse de Pedro. Si Pedro era un sólo atrevido amor, el cual, irrumpe en deseos nuevos hacia el mismo destino y el mismo camino lleno de valimientos cuando en el alma, se descifró cuando en el solo destino era enamorarse de Pedro. Y Pedro era como el mismo sinónimo de creer en el alma llena de luz, cuando en el ocaso era como un  eterno flavo color, cuando en el crepúsculo se debate de un sólo sol, brillando en la alborada llena de soles insistentes. Cuando en el mal deterioro se fundió el deseo y los dos corazones en un sólo altercado de un sólo amor, y entre los dos un amor como el de nadie. Y Pedro con zalamerías tratando de enamorar a Laura  y en contra de su propia voluntad, quiso en ser como el mismo corazón latiendo fuertemente. Cuando en la euforia de creer en el amor puro y consecuentemente se dedicó en ser como el mismo altercado de ver la vida como el puro y más lindo amor. Cuando en el ámbito del amor, sólo quiso ser como el aire volar con el viento hasta hacer de la vida unas solas alas para poder volar lejos. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, se dedicó en ser como el mismo mal como interpretar una loa, cuando en el mismo trance, de la vida se debió de amarrar a la mala suerte. Cuando en el delirio de la vida Laura debió de creer en el sólo corazón, cuando Pedro, la enamoraba con ínfulas de Don Juan, con zalamería , y con piropos en que ella, sólo ella, se debió de alterar su forma de ver la vida, cuando en el fatal desenlace de su vida, quedó ella, Laura, como una mala situación en su corta vida. Cuando en el altercado de un frívolo y tan friolero corazón quedó en trizas sus fuerzas y más su propio corazón cuando en el embate de la verdad, creyó como el mismo dolor y como el mismo clamor de ver el sol en los ojos de Pedro como nunca consiguió mirar así a José.          



Continuará………………………………………………………………………………………...                                   

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de junio de 2021 a las 00:02
  • Comentario del autor sobre el poema: Un amor atrevido se le acerca a Laura con zalamería y la trata de enamorar, llamado Pedro, pero, Laura queda prendida y tan enamorada de José…………. Mi 20ma novela corta del año 2021…Mi #58 de novelas cortas hasta el año 2021...
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 14
  • Usuarios favoritos de este poema: Edwin Abimael Godinez Hernadez
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