Temporeras en el alba
Incubando el frío con su aliento,
vienen las temporeras cruzando las acequias;
algunas pedaleando aún dormidas
en sus viejas bicicletas,
otras del brazo,
soñando a ser reinas como en los versos de Gabriela,
se detienen a mirar el cuchareo de los patos
en unas charcas del camino…
En sus rostros quemados por el sol,
hay tantas Marías arrastrándose a los pies del nazareno.
Ya puja la dama del alba…
se mesen las esqueléticas verbenas
como alambres saltamontes aullando entre el rocío.
Ahí van ellas guardando el dolor de sus columnas
en los bolsillos del alma.
En su sagrario flota ahogada la última luna
al fondo de la noria…
atrás quedaron dormitando en la distancia,
sus mohosas casas de madera,
y mientras el gallo mayor parte el alba en dos
con su aleteo y su estridente arenga,
una a una se van perdiendo en sus verdes nichos de resina;
a veces alguna aparece entre los árboles,
como el fanal de un buque entre el oleaje,
para ahogarse en la sed azufrada de su frente
o para extinguir el incendio de una llaga.
Dios mío, Dios mío…
sabrá algún día el extranjero
por qué las cerezas se desangran
como los senos de Ágata dentro de su copa
y por qué los granos de las uvas
rompen en llanto antes de besar sus labios…
Temporera,
ipomea alba en el alba,
cómo duele el pan sentado frente a tu mesa,
cómo duele cada moneda acuñada
bajo el martillo del sol y de la escarcha.
Rosa del Nilo, magdalénica María,
baja por la escalera de mi verso,
cada punto en blanco está hecho de harina
para tus santísimos pies cansados.
En algún lugar debe haber algo para ti:
un mendrugo de amor,
algo cosido a la piel de la pasión
que se deslice por tus canas de niña
a la luz de una vela,
una boca furtiva que encienda de nuevo
los carbones de tus pechos,
las ondulantes libélulas de tus morenas caderas,
algo que refresque las deformadas coyunturas
de tus dedos…
Todos los derechos reservados
- Autor: Hiver ( Offline)
- Publicado: 20 de junio de 2021 a las 21:31
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 46
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, ROBERTO. R, Alejandrina, Texi
Comentarios2
VERSOS INFINITAMENTE BELLOS
Un merecido homenaje a las siempre olvidadas temporeras.
Dios mío, Dios mío…
sabrá algún día el extranjero
por qué las cerezas se desangran
como los senos de Ágata dentro de su copa
y por qué los granos de las uvas
rompen en llanto antes de besar sus labios…
Duele este poema.
Saludos estimado poeta, felicitaciones por tan grande sensibilidad.
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