En ese lugar destinado a la complacencia
se representó la mayor escena de mi vida
no tuvimos mayor público que los besos.
Los recursos sorprendentes de tus ojos
excavaron incisivos el campo de tiro
de los protagonistas gemidos y sonrisas.
Allí hicimos el amor sin prisas,
deleitándonos en cada caricia,
si es que existe el jardín de las delicias,
tu y yo lo conocimos aquél día.
la piel sirvió como cobija del deseo,
mi femineidad y tu hombria se amasaron
el fuego crecio en los adentros
nos dimos uno a uno por entero
agregandole al amor en cada letra
la vehemente yugular de los te quieros
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