A veces cuando recuerdo ese mágico mundo donde nace la justicia, reniego y me hago de coraje para decirlo, pero no hago nada, pienso en otra cosa y todo se pierde.
Y así se va un día dentro de lo absurdo, en lo cotidiano que ya no sorprende a nadie, así morimos atestados de ignominia, tragándonos unos a otros. Con nuestro asesino merodeando. En eso pienso cuando voy caminando.
Amanece y en la oscura caminata que necesito para respirar, caminar para hacerme fuerte y no desear, para que no tenga nada que compartir. Miro y no veo, pero quiero ver, ver mas allá y traer de vuelta mis ideas que se conformarían si fueran verdades, mas la duda me acompaña, entonces lamento lo tarde que se ha hecho para la justicia, y también dudo que sea posible tal cosa, la justicia no engaña a nadie, mas bien es efímera por su existencia irrisoria y patética, entonces me abrumo y siento que descansar ahora sería también un acto de sometimiento, me esfuerzo y late dentro un corazón cansado de querer, de amar y dar amor, pero sin sentido aparente, y el amor se empata con la justicia, se van de la mano y se ríen de mi, de mi vergüenza que aflora cada vez con mas saña. Se comparan por que el amor seria el ultimo lugar para pretender justicia, porque no basta amar para que el otro te ame, al amor no le basta con tu sufrimiento y tu entrega, las circunstancias que le rodean son como espinas que te separan de el, pareciera que cada que amas, el amor se diera vuelta y negara rotundamente las miradas de quien amas, y ahí muere la justicia que nadie entiende, muere en el fracaso de otro que se entrega sin que sea solicitado, sin ser invitado, actuando cual ladrón que quiere robar escena en una comedia ya empezada. No existe la justicia del amor, mas debo entender que cada cual ya tiene un lugar, y el mío, mi lugar, no está ahí, está en otra parte, eso entiendo.
¿Pero donde? ¿Dónde esta el corazón justo y tierno que guardara mi imagen amándola por siempre?
Y si alguien contestara a esto me diría “está cerca, mira frente tuyo y lo descubrirás”.
Pero soy reacio, he dejado de creer, he abandonado la razón que tenia y…
Ahora camino mas rápido, no me detengo ante nada, por momentos corro sin prisa pero mi paso se vuelve tenue como mis latidos, siento que danzo al compás de una música soñada, de un ritmo que no existe, es algo que se crea dentro y me hace mas pasivo, y me detengo a escuchar bien, “¡son campanas!”. Debería ir, quizá ahí entienda a dios, a dios y su justicia, pero me niego y me respondo como si yo fuese él. Siempre tan ambiguo para con el amor, para las cosas de éste mundo, su justicia es otra según parece, y alzo una voz que nunca sale, la desconfianza y la cobardía le enseñaron a callar, pero vive dentro, y su existir me aplasta como lapida. Me mata ésta verdad que nunca entiendo, y así recuerdo la justicia pura nuevamente, por que nada es justo dentro de este mundo, por eso pienso, por eso salgo, para hacerme de otra idea, de otras cosas donde nada haya, o al menos lo que tenga no me duela como ahora. Y sueño un mundo donde haya un solo hombre que se conforme con una sola cosa, y tenga una sola idea, y que cuando mire “ese su mundo”, solo nazca una risa, un solo regocijo acompañado de una sola palabra, una que sea libre y desdeñosa de su pasado ruin donde le llamaban justicia sin serlo.
Finalmente me detengo y creo que he soñado y he corrido suficiente, leyendo la lejanía, queriendo olvidar lo que anhelaba y nunca tuve. Un mundo justo dentro de éste que vivimos, que nos lleva de la mano al olvido, donde nunca nadie vuelve.
Regreso de mi caminata y me atemoriza encontrar aquella sombra añeja que aguarda mi llegada, entonces el temor me pone a descubierto y la sombra se empareja y camina al paso, la miro de reojo y la siento casi mía, como la que siempre anda pegada a las paredes. Pero ésta sombra es diferente por que es de alguien mas, y le temo no por ser oscura y ajena, es por que quizá y ella es el tiempo que camino y me deja ir a esos sueños, y su mano siniestra sostiene un hilo que me ata y eleva desde el suelo a ese mundo justo que existe solo allá, y que cada vez, cuando recoge su madeja me tiene nuevamente a su merced, ¡como si jugara conmigo!, cuando vuelvo limpio y libre entonces es que me amenaza, como mi asesino perdurable aunque yo no quiera, mas quisiera ser yo el que la acompaña el que la mata. Al menos quisiera someterla, pero nunca puedo, la sombra ajena es difícil de acotar, y cuando volteo ya se ha ido para el otro lado, a mi espalda donde mora y me recarga el peso hasta un día encorvarme o de sopetón acabar conmigo cuando ya esté viejo.
Esa sombra que es el tiempo, cada día es mas grande, matando a cada instante, y el temor que genera dentro, es de un hombre natural cuando no conoce su destino y le teme a su suerte.
Luego la imagino nuevamente trayéndome pero esta ves en las alturas donde me tiene elevado como su cometa, y de pronto me suelta y caigo en picada hasta el suelo destruyéndome, es la idea que tengo desde otro tiempo, de otras cosas que nunca se si son mejores, si la caída desde allá duela mas que estar abajo, y vivir así, sin morir e imaginar la muerte merodeando sin atinar el golpe.
Sombra que nos mata siempre que nos cubre con su manto para no dejarnos ver, que nos tapa el más allá, que nos jala desde donde andemos y nos trae de nuevo a padecerla estando vivos.
He caminado hacia mil lugares pero todos son lo mismo, sus colores varían tal vez, y el cansancio te domina cuando llegas a su fin, y es probable que solo en ese acto de cansancio se sienta un poco de justicia, la justicia de sentirte libre de pensar lo que de tus adentros venga, soñar y sentir el aire limpio en tu cara desnuda, y dentro en ti, germine una sola idea, un solo nombre y una sola cosa que nos haga libres a todos por igual. La justicia de sentir el amor verdadero por ti mismo.
Es el acto donde nuestro humano deja atrás tan solo por un instante, la pasiva muerte que le aguarda a la vera del camino.
Entonces ese hombre que soy yo, marcha solo, y si se detiene para mirar justo dentro en si, cuando encuentra ese espacio que le invita a recorrerlo, que nace cuando no tenemos otra cosa en que pensar. “Dentro, donde mis palabras no podrán llegar jamás”. Ahí encuentra esa libertad de añorar lo que quería, aunque solo sea por ese acto natural que a veces se pierde que olvidamos y que renace ante el apagado ímpetu de querer salir a caminar.
- Autor: Sandro Tovar (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de agosto de 2010 a las 15:18
- Comentario del autor sobre el poema: Caminando asi nacen las palabras, las ideas, y aveces las incognitas.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 45
Comentarios1
Caminando.............Cuantas cosas vamos recogiendo al caminar, reflexiones, reproches, satisfaciones, etc., lo importantes es que escribiendo nos podemos desahogar y eso es importante darle un alivio a nuestro pensar. Me gusto mucho lo que escribió.
saludos cordiales.
Vuelvo y te encuentro, error grande la tardanza para agradecer tu comentario, no obstante mas vale, y aqui andamos caminando, a veces corriendo, en fin gracias nuevamente
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