Un antiguo proverbio chino dice que hay 2 cosas que no pueden volver atrás: la flecha lanzada y la palabra dicha. Ahora bien, pongámonos en el caso de un arquero que tiene en su punto de mira a la víctima, tensa el arco y al momento de disparar, se arrepiente de su acto, sale corriendo detrás de la saeta, justo antes de hacer impacto le da alcance, y aunque no puede detenerla, si consigue quitarle la punta, y la flecha sin punta golpea detrás de la cabeza al objetivo, que, confuso, se queda arrascándose el cogote, mirando al arquero mientras se cuestiona en qué diablos estaría pensando.
El arquero está en su derecho de arrepentirse a última hora, pero el papelón del receptor aquí se las trae. Y la batería de preguntas que acudirán a su desconcierto puede ser innumerable: por lógica, es razonable que en primer lugar se pregunte si se trata de una broma pesada, pero el arquero no se está riendo y además tiene la punta de la flecha en la mano. Qué extraño, piensa a continuación, parece ser que iba en serio pero sigo vivo. ¿Por qué me habrá disparado? Se pregunta a continuación. Y una vez ejecutado el plan, ¿A qué viene la rectificación? A lo mejor no le caigo tan mal. ¿Le pregunto porqué quería ensartarme, o será una indiscrección? Al final se decide y le pregunta si se llama Guillermo Tell o Cupido.
- Autor: Joseponce1978 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de julio de 2021 a las 06:46
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 39
- Usuarios favoritos de este poema: Alberto Escobar
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