Decidí jugar en primera fila,
cuál peón del ajedrez,
un sinfín de motivos
más que rosas azules,
que me provocan vivir una eternidad.
Ya no pasa desapercibida
la montaña de mi ciudad.
Ya no pasa ensimismada,
la mirada de la coquetería.
Es así el vivir invaluables esmeraldas,
escondidas debajo de lo común.
Una silla que no invita a parar,
una ilegalidad no tan maligna.
Y he aprendido a encontrar la belleza,
en la noche sin nubes visibles,
en la calle llena de gente sin rumbo,
en las noches solas con Silvio de fondo.
Y así se vuelve el milagro cotidiano
todo y cuanto aspiro de mi existencia.
Un juego que perder,
si vale una risa.
Un bostezo aguardado,
si vale el desvelo.
Una lágrima sin vergüenza,
si el sentimiento es genuino.
No puedo aguardar,
Por supuesto,
que la noche oscura, temple el tiempo.
No se puede escapar
de esos rastros de una oscuridad,
que se presentaron en medio día.
Ni de esos momentos precisos
que quise vivir y no pude.
Pero sorteo la probabilidad
de haber nacido.
Y sonrío al paisaje de mi ventana,
Aspiro serán inmortales
mis átomos marcados por el ser.
- Autor: Ernesto Heredia ( Offline)
- Publicado: 3 de julio de 2021 a las 16:22
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 43
- Usuarios favoritos de este poema: Augusto Fleid
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.