**~Novela Corta - Los Océanos más Azules - Parte III~**

Zoraya M. Rodríguez

Farid era un hombre completo, era un hombre ilustre y también rico, de una riqueza extrema cuando posee una empresa llamada “Poison”, en dicha empresa se dedica a hacer todo ritual de la astrología y más, saber de los horóscopos y de su futuro venidero. ¿Por qué la llamó “Poison”?, por ser en español veneno, el veneno que a veces nos da la vida, en saber de nuestro pasado y de su origen y del futuro por llegar, cuando en el mayor desenlace de creer en el fruto de ese vaticinio se da la mayor posibilidad de creer en el mayor desenlace de poder dar con el rencor atado al amor y, por ende, saber que estamos paralelos hacia la mayor circunsferencia autónoma de saber qué nos depara el futuro. Y así era él, intransigente, autónomo, suspicaz, y celoso con el futuro, si él, Farid, viaja por el momento y más por el trance de lo acontecido cuando en el momento se da lo más inesperado de un todo, y de una tormenta veraniega que se supone que no entre en tal situación. Cuando en el mayor peligro de ser y no ser, se dió el altercado inconcluso de saber que eres como el mismo peligro es como saber que el destino es frío como el mismo desenlace de saber que el tiempo, es peligroso, pero, con el mismo sabor de siempre, cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, recorre como corto circuito viajando en el tiempo y más en el futuro en la luz universal del hombre sabiondo y con una rica sapiencia que le deja saber el futuro y lo que le depara al mundo en un futuro venidero. Y Farid lo sabía que el tiempo y que en cada momento, se veía llegar la maldita hambruna o la maldita soledad, en saber que el destino es fuerte como el hechizo dentro del futuro venidero. Cuando en el trance de la verdad, se dedicó en ser como el hombre nuevo y de un futuro y tan incierto como la costumbre de ver el cielo con la misma mala costumbre de saber que al tiempo no se deja de mirar ni de hechizar cuando ocurre en el nuevo desenlace de creer en el momento pasajero de ver la vida a cuestas de la sólida razón. Cuando en el trance de la verdad, se deleitó lo que conlleva una sustracción de ver el sol nuevo y en cada reflejo un futuro incierto para cada quien. Cuando en el delictivo percance se da como la órbita lunar en el reflejo de cada tormento, cuando en el inicial trance de la verdad se formó todo comienzo en saber que se dedica en saber de la pureza de la verdad. Cuando en la franqueza autónoma de la imposibilidad de saber que en el aire socava muy dentro cuando en el trance de la mentira conlleva una dulce atracción en saber que estarás en el final de un todo comenzando por embriagar el futuro desconocido en saber a ciencia incierta que el tormento se da como la vivencia autónoma de saber vivir sin saber el futuro, pero, es más que saber el futuro y poder vivir con el mismo futuro. Y Farid lo sabía de que algún día le llegaría el futuro en cuestión de una sola salvedad, cuando su futuro lo tenía guardado en un cofre de cristal. Y, ¿cómo es posible ésto?, pues, escribiendo en hojas de papel su posible futuro y lo que no es verdad y lo que es la posible mentira. Cuando, de pronto, le dice que tendrá que matar a alguien para poder seguir viviendo o él, Farid morirá. El trance de lo inusual, se debe a que el percance de lo autónomo se entregó en cuerpo y alma a saber de su ruptura como empresario. Cuando se funde un deseo de querer amarrar su futuro en cadenas de amores de insistencias autónomas de creer en el mal desenlace de creer en el mal final. Cuando en el mal trayecto de ese cruel futuro de Farid, él lo vé como algo superficial y tan cruel como en la salvedad de saber que el final se vé como algo imposible de creer en su corta existencia. Como que se le fue el tren en el alma o en el ocaso frío de muerte insegura, pero, tan real como la verdadera existencia en poder vivir. Y sí, era Farid, el que el futuro le augura un mal trayecto en ese futuro, el cual, era el de poder subir y bajar en el mismo corto circuito de una luz trascendental y tan verdadera como el poder viajar en el mismo tiempo. Cuando en el suburbio de su corazón quedó maltrecho desolado y triste, cuando pudo saber de su futuro en manos de un mal trayecto. Cuando en el cielo se vió amarrado entre cadenas de soledades de un final inconcluso, si se debate un mal trance en en el alma en una sola mala situación. Si en el final de un todo se vió la nada salir de la nada, cuando en el percance de una sola salida se vió aterrado y horrorizado de espantos de un sólo invierno en que se pierde el calor, cuando en el trance de la verdad se vió como en la verdad de creer en el mal final. Cuando en el suelo se vió atropellado en el final de un todo, como si saliera de la nada y fundir en el veneno de un todo una sola nada. Y su empresa “Poison”, se dedicó en ser como el trance de la verdad cuando en la gente acude mucho a ella para saber su gran y perfecto futuro y lo que la vida le augura. Cuando en el percance de la verdad quedó como un empresario autónomo en salvaguardar el futuro tanto de un individuo y del mundo. Cuando en el ocaso se vió aferrado y aterrado como un silencio en el alma y con alas poder volar lejos, pero, él no, Farid sólo quiere dos cosas: saber el futuro y viajar en el tiempo. Cuando en el alma, sólo en el tiempo, sólo en el ocaso dibujó un mal trance en dedicar el reflejo del aquel sol en su vivir formando una causa y un efecto de creer en el futuro sin ser cierto. Cuando en el instinto cayó como algo muy especial en su existencia, pero, no dejó de creer más en la maldita soledad de creer en la sola alborada. Si cuando en el crepúsculo se fue como el meteorito sin la luz universal de su naturaleza, porque cuando salió el sol se vió el reflejo de sus rayos y con el sol un futuro incierto, pero, tan verdadero como tan silente. Cuando en el mayor trance de la verdad quiso amarrar el futuro en manos de una sola soledad, cuando en el trayecto efímero quedó como el mismo sol en el mismo cielo, cuando por edificar el mal trayecto se sintió como la mayor fuerza de creer en el comienzo de dar con el mayor futuro. Cuando en el mayor final de creer en el final, se dió la más fuerza de creer en la alma fugaz como la estrella fugaz en el mismo o el corto circuito en la mismísima luz por viajar en el tiempo. Cuando en el deterioro autónomo y en el desdoro de creer en el combate de vivir sintiendo en el mayor desagüe del alma moribunda. Cuando en el trayecto en el trance de la verdad, se edifica como un sólo lamento, cuando arde en el ocaso la puesta del sol. Cuando en su empresa se perdió y ganó como un contrincante en que pelea para ser el dueño de un sólo triunfo. Cuando en el tormento se dió en el mismo cielo, cuando el alma de Farid quedó atormentada y horrorizada de desilusiones nuevas cuando quiso e intentó viajar en el tormento. Cuando en el instinto se vió como llaga mala en el mal comienzo o en el mal final de creer en el suburbio de creer en el mal trayecto de ver en el cielo una luz. Y Farid callado, pensativo y horrorizado de pena y de dolores, cuando en su futuro él mataría a alguien. Y el temor y el horror se vió marcando el percance y el mal trayecto de creer en el alma buscando luz. Y él, Farid, viajando a través del corto circuito, cuando en la luz no fue equitativo como el trance de lo imperfecto en que se atormentó un sólo frío desnudo en el alma.   

 

Continuará………………………………………………………………………………………….            

 

       

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 4 de julio de 2021 a las 00:13
  • Comentario del autor sobre el poema: Farid un árabe y de ojos azules suele navegar en el tiempo buscando un futuro, el cual, no llega jamás, cuando se da de cuenta de que nadie puede saber el futuro, más que Dios…Mi 23ra novela corta del año 2021…Mi #61 de novelas cortas hasta el año 2021…
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 33
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