Me negué a morir, como la historia, a ella, parece no importarle los clavos, en sus muñecas.
Si le roban las flores de sus valles,
o la camisa de fuerza que le pongan,
ni siquiera, los grilletes en su lengua.
¡A mí, me importa todo,
hasta la última letra de ésta historia!, creyeron, que un tercer intento, me mataría, pero sobreviví.
Y mal herida quedé en la bahía, carcomida por la ira, pero viva, para desgracia de los que procuraban mi muerte.
Podía verlos zambullirse en su arrecife de trastornos corporeos. Venía sintiendo los espasmos ambientales dia y noche, pisándome los talones.
Y las extrañas miradas del nativo sobre mi cuerpo, podía sentir a la gente de aquél pueblo, vanagloriarse del mal, ¡lo presentí!
Pero no había un ave que pudiera alzar el vuelo, en esa jungla de concreto.
La orfandad, es un cuerpo sin vida y el silencio, una mina que se devora el alma paso a paso.
Pude olvidar el nombre del secuestrador, pero no los hechos.
Pude olvidar el nombre de quién cortó los frenos de mí vehículo pero no, a quien los mandó a cortar.
Pude olvidar el nombre del veneno pero no, de quién lo puso en mí café.
Y no le guardo rencor a la vida, pero acepté el reto y pacté una tregua con la muerte, sin arrepentimiento, por que no vino sola.
Hija de la grandísima hiel de tus miserias, ¡cínicos malanacidos!, no dijeron nada ayer de la persecución y nada diran hoy de la asechanza.
Soy quien se aferró a la vida y se alejó del miedo. Soy el dedo en tu ojo, la piedra en tu zapato, y el aguijón en tus almohadas.
¡Ahora!, no pueden desembarazarse, la preñez tiene autonomía perpetúa. No hay libertad absoluta, ni libre albedrío, ni siquiera una enmienda.
¡No podía creerlo!, quedaron impunes, ¡desgraciados, impúdicos!, ahora se alimentan de ilusiones inalámbricas y la caricia es un selfie que se sube por las redes, con identidad propia y dominio divino.
MBF@VICSOF 4721.805am
- Autor: Mariela Briceño Fuentes (mbf@vicsof) (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de julio de 2021 a las 10:07
- Categoría: Fecha especial
- Lecturas: 33
- Usuarios favoritos de este poema: Augusto Fleid, Lualpri
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