Ella negaba el chubasco;
pero sus ojos eran el peso de todas las piedras,
la revelación de la lluvia,
el naufragio.
Sus días eran insomnio,
restos de si misma;
cielos con pájaros ficticios, y nubes perpetuas.
Su mirada era un reloj con la manecilla rota que no marcaba la consumación de sus sueños,
ella se sabía río, pero una extraña lluvia le hacía sentir anaquel.
- Autor: Astronauta (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de julio de 2021 a las 16:49
- Categoría: Carta
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Amanecer
Comentarios2
Un aguacero de bellos versos.
saludos poeta
Ciertamente la lluvia limpia cualquier herida creo que nadie niega lo que se ve pero no hay dolor ni pena que el tiempo no cure
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