Coma.

Esteban Mario Couceyro



Siento, los rumores de la mañana

saludos, baldes y los sordos trapeadores

mientras la luz, lentamente va ganando el día.



Alguien entra, haciendo rutinas difusas

mientras siento el ardor leve

ingresando muy despacio

y esa molestia en la garganta.



Pierdo de a poco los sonidos

entregándome a ese lugar oscuro

sin recuerdos, tan lejano

sin vida.



Me resisto y nuevamente siento

llegan y se saludan

me descubren y lavan

con la precisión de una rutina

ahí es cuando recuerdo a mi automóvil

los domingos, de tanto en tanto.



Abrieron la ventana

y el aire fresco invade

como una caricia el rostro

en la luz voy cayendo nuevamente

no hay mayor oscuridad

que esa luz difusa, de cada mañana.



Reacciono de a poco y llega el médico

como todas las mañanas

pincha mis dedos, buscando

reacciones

intento saludarlo, sin poder hacerlo.



Quiero gritar

patear, abrir los ojos

arrancarme todas las mangueras

huir...

…………………………………….

si, abrir los ojos…

la fuerza del universo

toda la fuerza y no puedo.



Siento que hay varios a mi alrededor

no comprendo que dicen

cuando alguien

comienza a sacarme esas malditas sondas

de mi boca, se escapa un grueso tubo

dejándome sin aire.



Se van todos y el silencio

el silencio es inmenso.



Siento que corren una silla

y una mano…, la de ella

roza tenue la mejilla

y mi boca, se abre sin poder hacerlo

no tengo aire

debo respirar

sus labios, los siento como esa primera vez.



Y todo estalla, la vida

son luces, vértigo infinito

una expresión definitiva

todo soy yo

diez soles, me llevan

los pájaros

me dan sus alas

el vértigo me apodera

y todo es luz

esa oscura luz

donde se cae por siempre

y solo llevo un beso.





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