Comienza la oscuridad
a visitar mis recintos
siento al cuervo prendido
a la ventana
buscando algarabía y otras nimiedades
sin advertir mi soledad
fecunda
La eterna tristeza
que corteja mi pecho
quien no se cansa
de rogarle a la luna
un poco de su misterio
para convertirse en pozo
A lo lejos las cascadas
entonan su canto desmembrado
guiados por el eco de los luceros
desprendidos
y las conchitas que arrastran
los cangrejitos
hasta mi puerta
Escucho graznidos
lechuzas y pajarracos
llegados de Egipto
encaprichados en convertirme
en diosa
sin importarles los pecados
capitales
y el degüello del amor
Me asomo
llena de vergüenza
y ciertamente veo la barca
con su vela azul
guiada por las leves olas
Quiero huir de los pastizales
de hielo y zozobra
del grito soterrado
que destroza mi yo interior
Convertirme en una veleta sin destino
No continuar abrigando
este sentimiento que atraviesa
a pesar de lo apagado y confundido
Encontrar la morada
donde por primera vez
te vi desnudo
con los labios llenos de negativas
sin importarte la hoguera
ni sus brazas saltarinas
empeñadas en encender
el apagado
brillo de tus ojos.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.