Dame una dosis de ti, de tu piel, de tu esencia. Quiero que llenes cada poro de mi ser, que entres hasta lo más profundo de mi alma, y que penetres mi corazón con la delicia de tus palabras. Empalagame con tus besos, y dame de tu fuego, de ese ardiente amor que desea alimentar mi ansiedad por tenerte solo conmigo.
Ámame sin límites, sin tener noción del tiempo, con rudeza, con inocencia y también con perversión. Desarmame con tu manera sutil, exquisita, y tan tuya de acariciar mi piel. Llévame sin retorno, al paraíso que hay detrás de esos ojos divinos, y déjame probar de tu árbol prohibido, del fruto de tu deliciosa y embriagante pasión.
Arráncame el miedo, la cobardía y las inseguridades, y hazme a tu semejanza, hazme fuerte y valiente. Curame las heridas, bésame las cicatrices, y quítame la tristeza con un solo abrazo. Seamos un solo sentimiento, y un solo pensamiento; vamos a pertenecernos, a ser dos cuerpos que se funden en uno solo, al hacer el amor.
Viajemos a donde nuestras almas sean inseparables, vayamos a ese lugar perfecto donde el lazo que nos une, jamás se rompa; y después, dejemos que esas almas bailen sobre el cielo aterciopelado, hasta disolvernos, y convertirnos en polvo de estrellas; brillemos tanto que la luna sienta envidia de nuestro bello e inmaculado resplandor.
Dejemos una marca, y que nuestra historia trascienda. Escribamos nuestros nombres con tinta indeleble en la piel. Inmortalicemos nuestro romance, para que después, seamos convertidos en poesía.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.