Muerte criminal ahuecas relámpagos de placidez,
llegas sin invitación a lugares sin tiempo
a crearme minutos en horas que no existen.
Eres guadaña segura de mis remembranzas
acudes a mis recurrentes vacíos.
Aire que se asfixia en el aire, con el aire mismo.
lamento de los ojos convertido en sombras
con esta espantosa frialdad de la noche
me reconfortas, presidiendo mi tiempo
con escombro disperso de las horas,
lenta y puntual me desdibujo para pintarme luego,
deshabitada, pálida, desnuda, tan solo cobijada
de silencio, eres hija de mis remolinos,
vacío que apresura mi calma, y demora
al ausente y delgado hilo de sangre que deshincha
sobre mis pupilas ardientes, el signo feroz que delata
aun sobre mis fermentados núcleos la vida
indecisa, desolación que me moja
¡Qué vicio el mío de convidarte siempre
a la aurora, umbral de mis querellas!
Comentarios1
La soledad de la noche crea monstruos inenarrables, sobre todo dentro de uno mismo.
Desgarrador y nutritivo poema, me ha gustado mucho pasar a leer por acá.
Salud.
Nutritivo comentario que valoro, gracias por tu lectura.
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