A una perrita genial
La muerte se hace pequeña,
para caber en el soplo más diminuto de la vida.
Te me fuiste,
cuando tu corazón quería seguir latiendo en mi mano,
tus patas arañaban la vida, y yo cobarde,
una noche me basto para matarte,
no soporte el terror en tus fauces,
mientras entibiabas mi mano que te poseía,
el resto de mi cuerpo la frialdad resguardaba.
El veterinario dijo que podrías durar aun días,
Que tu respiración dificultosa vencería a tu corazón
Yo accedí a la inyección: tres dosis para un cuerpo menor de 20 kilos
Uno de ellos directo a mi corazón, aun lo siento encajado
Y tú, conservas tu calor…
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