Mi muerte amada regresa después de ti, en el sitio que dejaste...justo ahí,
cuando hicimos un ying yang entre tu luz y mi oscuridad, entre mi amor por ti y tu abandono.
Mi muerte es mi caprichosa necesidad de amarte sin que me ames, es la absurda terquedad del toro que no puede regresar a toriles, y una banderilla tras otra le recuerda que esta fiesta que le han organizado es precisamente para morirse...
El Toro no sabe pero presiente que los oles y aplausos en la plaza, son para su verdugo que se lleva la tarde, y él se llevara la última noche iluminada y solo quedara el recuerdo de su nombre, de su casta.
Astado Redentor, plaza de toriles y el Gólgota, con 6 cruces una para cada toro, cada toro recorre su propio viacrucis circular, pero a él no hay Verónica que le seque la sangre del primer tercio y no hay parroquiano que le asignen cargar su cruz por lo menos en el segundo tercio.
Tres tercios y quince estaciones con un solo fin: la muerte del toro.
El tercer tercio es donde el Toro, suplica por primera vez: Padre..."perdónalos porque no saben lo que hacen"
Después el Toro observa una nuevo animal disfrazado de nuevo verdugo, de tal nobleza, el caballo con armadura y ceguera, al cual el Toro le comparte: Yo te aseguro hermano caballo...Hoy estarás conmigo en el paraíso.
Se escucha el ultimo bramar en Toriles, "Dios mío, Dios mío...porqué me has abandonado?
Y en la plaza del Gólgota, los miles de verdugos aplauden tan singular crucifixión, tan singular acto de barbarie.
- Autor: Pablo Lorenzo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 14 de agosto de 2021 a las 08:28
- Comentario del autor sobre el poema: Extraído de mi libro UN JARDÍN SOLITARIO Y PROHIBIDO
- Categoría: Perdón
- Lecturas: 30
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.