Encierro, bajo llave
y bajo toneladas de escombros,
ese miedo inútil, esa debilidad,
invoco a mi yo mas personal,
y miles de alas plumíferas
crecen en mi torso, magnánimas,
comienzo a ser un querubín.
Renuncio a las atrocidades
de lo impuesto, de las responsabilidades,
y salgo, suculento, a buscar esa amistad,
vuelo entre los hombres y me observo
tan dispar, avernal, tan blanco...
Mientras sacío el hambre y toco timbres,
soy paciente ante la puerta del cielo,
recuento mis canicas y froto mis lámparas,
sacío un deseo de orden apócrifo,
cuento los segundos, mas no tiemblo.
El portón de oro se abre fantástico,
entre nubes tan frondosas, tan perdidas
en esa luz fabulosa, natural e inocente,
poco a poco se muestra ante mí
ese angel divino que me entrega tan solo
su atención...
La fémina galardonada, abrasadora,
no da cuenta de su infinita hermosura
y da tumbos, oblicua, se mira y disiente,
es mi plan y misión reconfigurar sus anhelos,
otorgarle estas palabras y estos bellos cantares:
Eres una hoja que se suelta de su planta, madura,
que vuela entre vientos vivaces y cautivadores,
mereces descansar sobre afluentes de rios transparentes,
te prometo que, de encontrarte, no haré más que protegerte,
que cautivarme, que discernir entre tus tantas miradas.
Hare un pacto con Dios, y de hallarte,
prometo ofrecerte lo mas eterno y grandioso
que se pueda encontrar dentro de mi corazón,
lo atenderé y acariciaré tanto, que se multiplicará
y al fin podré otorgarte un amor
comparado a tu dulce belleza.
- Autor: Nik Corvus Corone Cornix ( Offline)
- Publicado: 30 de agosto de 2010 a las 22:48
- Categoría: Amor
- Lecturas: 34
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