Mi barrio

barbacoma

I

 

Voy huyendo y buscando las miradas

de la gente que viene en mi camino,

y, entre dientes, sonriendo sin motivo,

y estoy a punto de llorar a carcajadas.

 

A veces cáustico y mordaz y corrosivo,

a veces el que habla de lirismo

y de belleza y de fragancias,

y siempre un niño despeinado

que alborota con orgullo su flequillo.

 

Maldigo en idiomas extranjeros y en voz alta

para evadirme por un rato

de estas calles de mi barrio

que tantas veces soportaron mis pisadas;

y es que lo odio y amo tanto…

 

Cómo no, si solo en él viven intactas

las ilusiones y tristezas de mi infancia

y su cómplice quietud siempre guarda

para mí una sonrisa entre los labios

aunque se dé el placer de cuando en cuando 

de desquiciarme por completo,

y es que sabe en el fondo que lo quiero

y al final terminaré perdonándolo de nuevo.

 

II

 

Y, al final, todo se reduce a esto,

a los desconchones encalados

de estos muros macilentos

y los patrones ondulados

de este añejo pavimento.

 

Entre estos muros de ladrillo,

yo he crecido y he llorado;

en ellos me he hundido, derrotado,

sobre ellos he herido

y contra ellos me han amado.

 

Barrio, ¿alguna vez te tuve lejos?

Si en mis pasos y mis ojos

van inscritos tus recuerdos

y los trazos de mi rostro

los labraste con tus puños y tus besos.

 

III

 

Perdido por las venas de estos bulevares

aún divaga ese olor vago y familiar

de los viejos paseos por las tardes

y ese desgarrado color crepuscular

que en la niñez entristecía

las lentas charlas familiares.

 

A la orilla de estas calles,

languidece una emoción dormida

que muy adentro de mi sangre,

reconozco como mía,

algo así como los últimos retales

de esa caduca esencia que fui antes.

 

IV

 

Ya cae el sol por los balcones.

 

Mayo incendia estos cielos de vidrio

cada año, desgarrando los miradores

de un naranja violentísimo

y los bloques de edificios arden

como incendios colosales.

 

V

 

Absorto en la sombra de este ocaso,

gravemente he comprendido,

que soy las calles en que me he criado.

 

Decían “Jamás darse por vencido”,

y ahora dime, ¿qué ha hecho el tiempo

con los sueños que emprendimos?

 

En este sol y este silencio

vive algo que está muerto,

y los coches pasan,

soplándonos de lejos,

igual que bandadas

de arrepentimientos.

 

VI

 

Y, al final, este asfalto, y estos muros, 

estas luces contemplándome de nuevo

según avanzo solo, taciturno y en silencio

por entre las esquinas del suburbio

como una mancha que resbala lento

en la oscuridad, inconsciente de su rumbo.

 

Sí, al final todo se reduce a esto,

a un paseo solitario y sin desmayo

entre las intensas sombras que hizo mayo.

  • Autor: barbacoma (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de agosto de 2021 a las 08:20
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 35
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.