LUNARES

LUNARES

Usted, señora Luna, se adueña de la noche,
su reflejo me llena de tristeza infinita
y me trae recuerdos vagamente lujosos,
si caprichosamente se viene y me visita.

En este dormitorio dónde la tengo, a veces,
hay unos ventanales, abiertos, para el vuelo,
las veces que la añoro, he salido a su encuentro,
desde estos ventanales, en dirección al cielo.

Y vuelvo a mi aposento con su luz en mis manos,
esa luz medio clara, vagamente difusa,
por eso algunos dicen que es usted quién me inspira
y que usted es mi amiga, o si acaso, mi musa.

Pero los dos sabemos y las nubes lo saben,
y también lo comparten, alguna que otra estrella,
que a través del encanto de su luz vaporosa,
en medio de la noche, yo la recuerdo a ella.

Y recuerdo las noches, en que usted fue testigo
del ensueño amoroso que me dio su presencia,
cuando yo la tenía en mis brazos, dichoso,
cuando ella, generosa, compartió mi existencia.

Ahora ella se ha ido y los dos añoramos,
esos gratos momentos de plenitud, hermosa,
y usted me la recuerda, y con usted la tengo
más cerca de mi vida… Eso es, no otra cosa.