Canción del pasado

No dejo de preguntar por tus besos

a la tímida lejanía de esta noche oscura.

Aquel hilo de luz mecía las estrellas

y nos unía en un desdén de sombras en cadena.

Mi corazón, un sauce de agonías, musgo de pena

donde el chorro caliente de la sangre excitada se derrama,

pierde el silencio que consuela la nieve,

los botones dorados de su manto

y el caballo blanco que huye por el prado

de un rebaño de lágrimas y alaridos.

La cumbre te llama desde mi balcón cerrado,

confunde este cielo vacío y entierra el pecado.

Pues en este cristal oscuro despierta nuestro pasado,

tu nombre como triste melodía de un verso tajado,

y tu mirada enamorada, incógnita oculta en un reloj de arena;

armoniza la nada con una débil canción de luna nueva.