**~Novela Corta - La Lluvia en el Camino - Parte II Final~**

Zoraya M. Rodríguez

Y en ese frío camino en que John camina desde el tiempo y más que eso en el tiempo buscando un sólo ocaso. Si en el tiempo y más que eso se petrificó el tiempo como ocaso y como el mismo desenlace en que el rumbo de su cruel camino era tan frío como la lluvia que cae desde que el fantasma se aferró a su alma y más a la desaparición de ese cruel camino. Cuando en el trance perfecto de esa lluvia por el temor y por el altercado más efímero creó lo que más en el alma una luz descendente y tan cruel y tan devastada como el mismo deseo, en que se guardó el más terrible de los instantes en que quedó como en la alborada un todo sol. Cuando ocurre en el desenlace un temor aferrado cuando John, sólo quedó como el mismo desperfecto y tan recto como el mismo instante cuando la lluvia acontece como una verdad de que el fantasma vá más allá de la realidad. Cuando en el ocaso se enfrió de tiempo, cuando en el instinto se abrió de aquel tiempo, cuando en el ocaso se identificó como la real lluvia que atrapó a John desde su propio interior. Y él desde aquel árbol escondido y temeroso, y tan herido como la misma lluvia en el huerto del jardín de la residencia de Don To. Sólo John se llevó un temor o una sola ansiedad en que el deseo se volcó en desesperación con una sola ansiedad en que el triunfo se dedicó en el fuerte porvenir de un sólo ocaso muerto como la misma lluvia que cae en la residencia de Don To. Cuando en el temor y en la ansiedad se vió aterrado al ver a esa mujer como un cruel y hábil fantasma en la residencia de Don To. Y sí, que era la mujer de Don To, aquella mujer que lo amaba tanto y que dejó en el silencio una altercado funesto y tan ebrio y por tanto descender hacia la magia de un nuevo evento en que, por la cual, se enredó de dichas y de ansiedades nuevas desde que John, se abastece de temores y ansiedades sintiendo en el desastre de creer en el nuevo suburbio autónomo de pasar por el siniestro cálido de querer y de creer que un fantasma sería la esposa de un brujo en que casi se envuelve por ser un fantasma hábil y tan cruel como la misma desesperación inconclusa. Y temiendo que el deseo se vuelva efímero como lo trascendental de un sólo evento mortífero. Cuando se cruza el invierno y con el frío total devastando un cruel y mortífero veneno en que cada cual, se asomó por la ventana a ver si era tan real o un fantasmagórico percance en saber de la verdad. Si se entristeció de calma y no de pasaje de ida y sin vuelta o sin regreso dejando saber que en el imperio soslayando en el tiempo quizás pretendía llegar con su nueva adicción en ser un fantasma y nada más. Con la pausa y con la causa de un evento y tan perenne como cualquier rumbo en que casi se siente como el mismo momento fantasmagórico de un percance en creer que el suburbio llegó en manos de un hábil fantasma, cuando logró superar dicha pócima y que vió que el trance de la verdad. Se aferró más al compás de la siniestra verdad, cuando calló lo que más se da y lo que más se siente por saber que era ella, la esposa de Don To el cruel y tan hábil fantasma. Cuando casi se siente como el haber sido un pasado tan tenebroso y tan misterioso en que casi se da cuenta de que John lleva casi medio siglo también allí igual que el fantasma, era el de la esposa de Don To. Cuando en el imperio de la verdad, calló como calla en el silencio como una mentira cruel y devastada, sí, por el mismo tiempo. En que el siniestro cálido de un porqué se volvió tenebroso e inerte como el mismo imperio buscado en el tiempo y más en el ocaso vivo de querer amarrar el deseo de ver y de salvaguardar el instante en que se siente como lo principal de un todo. 

Pues, si cada vez en que empieza la faena a decidir en que el fantasma comienza a debatir en la espera y tan inesperada de creer en el mal instante en que el comienzo derramó una presencia en que casi se siente como pasaje de ida y sin vueltas. Cuando en el instante se siente como lluvia pasajera en que casi se siente como el frío en derredor, o como el mismo álgido porvenir, en que casi se da lo más rico de un momento, pero, con la lluvia en que se venía venir y llegar como el mismo instante en que casi se envuelve el fantasma más caprichoso como lo exótico de creer en que era tan real, pero, tan conmísero como el mismo instante en que se debate una espera y tan inesperada, como poder creer que la lluvia cae por redención de una pócima y de un hechizo en un brebaje en que, el cual, lo toma la esposa de Don To y lo hace venerar en cuestión de un sólo tiempo en que el tiempo la llevó por el sendero mágico de la transparencia, y de que el momento se volcó en el tiempo como una seriedad en que casi se cree en el mal comienzo en que el instante se siente como esa mujer como un hábil fantasma, pero, no quedó sola sino que tuvo amistad y siendo fuertemente, sólo logró obtener una amistad por parte de John. Cuando en un instante quedó como el sueño idóneo, y tan real como que la señora estaba sentada frente al jardín de la residencia de Don To. Cuando en el misterio y casi en el hechizo se hace como la misma verdad de creer en la pócima de Don To. Y sin saber que el silencio se lleva como hoja en el tiempo y por un albergue de un sólo deseo, cuando en el trance de lo pernicioso, se debate una sola espera de esperar por lo inesperado. Y en la más inmensa sabiduría se siente como el mismo fantasma en que Don To logró hacer desaparecer en el instante en que el instinto se atormentó como la verdad y de una sola bendita e infinita estrella con la luz en el alma. Cuando la lluvia era y es como el mismo instante en que se cree que John percibe esa lluvia y tan fría como el mismo mar abierto. Cuando quedó como el mismo instante en que el fantasma era lluvia, pasaje de ida y sin regreso hacia la eternidad y en un sólo trance era la verdad, y tan absoluta en que casi se siente como el mismo hechizo en que la pócima se dió como el mismo instante en que ofreció un pormenor abriendo el desierto mágico, en saber que el silencio es como es, es como es el fantasma hábil y cruel y tan vil como la misma tormenta o como la misma lluvia. Si en el instante se dió como el mismo principio en que se debate una mala sorpresa cuando en el trance de la verdad, se petrificó la esencia y la presencia de ese fantasma en el balcón de la residencia de Don To. Cuando en el instante se abrió como un frío tremendo, en que casi se siente como el escondite de John cerca de la residencia de Don To, buscando toda la verdad en que casi se siente como el secreto de un fantasma, en el cual, se formó con la transparencia de un buen comienzo en que casi se deleita lo latente de un juego petrificando la espera y tan inesperada. Cuando el fantasma se dedicó en fuerte y en mayor desenlace cuando en el temor y en el hechizo se abrió un torrente de desesperación cuando en el momento se dedicó en lamentos efímeros de dicha y de clamor, buscando un sólo tiempo, un sólo ocaso o un sólo imperio de esos ojos, de temores y de ansiedades nuevas. Cuando en el instinto ofreció como el primer ocaso en la frente de ella, de la mujer de Don To, y ella buscando una sola salida. 

Y John, sólo John, se abasteció de calma y de fríos incongruentes por un sólo sentimiento, en el cual, se encrudece de tiempo, cuando sólo ella, el fantasma de la residencia de Don To, sólo se identificó como tormenta fría en su camino, sí, sí era la lluvia en el camino de John. Si en esa lluvia que cae desde lo más alto, se aferró al cometa de luz ése que el ocaso cree en ver. Si en el percance de todo esa lluvia se fue como el instante en que sale el sol en el ocaso. Cuando en el percance de todo y en la nada del olvido, se ofreció en el percance de creer en el alma una mala situación, y sí, sí que era esa lluvia en su propio camino. Cuando en el torrente de lluvia que caía desde el cielo más alto, sólo era un mal percance de creer en el mal incurable de dar con el sólo hecho de creer en el alma llena de ruidos ensordecedores como las gotas de esa lluvia que caía desde el cielo más alto. Porque cuando más John pernocta en esa residencia de Don To, llueve torrencialmente como un suburbio automatizando lo que más se siente en el alma. Cuando en el alma dejó un ocaso y tan frío como el mismo instante en que se sintió como esa lluvia en las espaldas. Si en el alma se amarró a ella, sí, a la esposa de Don To. Cuando en el reflejo del sol sólo se dió lo más putrefacto de un sólo destino, en el cual, se ofreció lo más imprudente de ser como el más desenlace de creer en el alma y tan efímera como el mismo mal imperio en caer como los mismos ojos en dejar caer esa lluvia sobre esa residencia, en la de Don To. Cuando en el embate de dar como el mismo trance efímero se sintió como lo más nefasto y en poder  creer en el sentido como el más sentido y el más referente de la lluvia en el alma y más que eso en la residencia de Don To. Cuando en el imperio de un todo se dedicó en la forma y en mal calma de creer que esa lluvia cayó en la residencia de Don To. Y se tomó el atrevimiento John, en acceder a la residencia de Don To, y hablar desde el balcón con la esposa de Don To. El fantasma viene y vá, lejos de aquel balcón de la residencia de Don To. Cuando, de pronto, quiso interpelar unas palabras con la esposa de Do To. Y le preguntó todo y ella sin un pero, le contestó de todo. Y sí, ella le expresó que una pócima la convirtió en eso, en un espectro tan alucinante y tan irreal y tan transparente como las mismas nubes del cielo y que llueve casi siempre desde que se convirtió en eso y que eran sus lágrimas. Y que llueve cada vez que posee hambre o sed, como lo imposible de creer en el instinto de que se dió en lo más corto del tiempo, una sola verdad en que su instinto se abrió de tormentos de iras y de dolores y de un sólo sufrimiento, porque cuando ella toma el brebaje de Don To, desaparece como cometa de luz en el universo, y con alas de un ave voló lejos de Don To. Cuando en el trance de la verdad se abrió el reflejo de un sólo sol en el cielo cuando John, le dice que le ayudará. John ese va en busca de ayuda en esa torrencial lluvia, sin un debate en el triunfo del dolor. Y cruzó la residencia de Don To, cuando en el percance de todo y con la lluvia creció más y más. Queriendo derribar un sólo sueño y más la efectividad de una pócima y tan real. Si en el alma sólo cosechó una luz resplandeciente, cuando en el instinto se dió el más capricho de los instantes, cuando se atemorizó de espantos cuando el fantasma no logró aparecer más. Y John quedó con la mala o buena suerte de creer en el embate de dar con el mismo siniestro cálido en dar como el mismo saber de un altercado entre el fantasma y su creación, la cual, era la pócima. Y sin más ni más quedó en un suburbio automatizando la espera y en devengar una sola conmiseración innata de saber que su voluntad estaba desértica, cuando en el trance de lo perfecto. Se siente como el embate de dar con la solución, cuando en el combate de creer en la única solución se debía en dar con el mal delirio y tan latente como el de salir airosa de esa cruel pócima. Cuando John se dedicó en cuerpo y alma, a hablar con el fantasma cruel y tan hábil como lo fue descubrir que su pócima había hecho su efectividad. Como en el trance de lo perfecto, se dedicó en saber que su mundo había hecho un adverso, pero, siniestro cálido en tomar las riendas sueltas de esa casa embrujada por Don To. Cuando, por ejemplo, se fue del trance vivido cuando en el altercado frío, John, y en el suburbio autónomo de la verdad se dedicó en cuerpo y alma a saber que su rumbo era la lluvia en el camino. Cuando se aferró al trance de la verdad, se dedicó en cuestión de una terrible salvedad de que su universo creció como el cometa de luz. Cuando en el instante se acometió en el trance de la verdad, se dió como el más de los instantes en que se ofreció el mas de los delicados momentos, en que Don To, creó la pócima en hacer desaparecer a su esposa como un fantasma. Cuando en el momento se vió atormentado como las nubes grises en el cielo sobre esa residencia. Cuando en el embate de creer en el suburbio de lo increíble se siente como el hechizo más conceptual de un frío todo. Cuando en el hechizo se creó como el mismo imperio desafortunadamente que le llevó lejos a su esposa, cuando en el trance de lo imperfecto se dedicó en saber que su mundo se perdió como el mismo mal instante, en que se debate una espera en saber que su mundo imperfecto quedó como el mismo instante en que se cree que el instinto de John, se debe a ciencia cierta a que el fantasma se dedica en forma exacta en creer que su forma de saber que su imperio cayó como una eterna redención, si era esa lluvia. Si en el ocaso frío y se dedicó en una forma más cruel, en saber que el destino se aferró por saber que la forma de amar quedó por siempre entre Do To y su esposa, el cruel y el más hábil de los fantasmas, pero, John, quedó por siempre en ese camino y con la lluvia en el camino como si fuera él el fantasma más cruel y hábil de la residencia de Don To. 




FIN     

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 3 de septiembre de 2021 a las 18:44
  • Comentario del autor sobre el poema: Cada vez que pasa John por la casa embrujada de Don To, llueve y si cada vez más es la lluvia en el camino….Mi #32 de novela corta del año 2021… Mi #70 de novelas cortas hasta el año 2021…
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 15
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Comentarios1

  • Amalia Lateano

    VEO FUSAS Y SEMIFUSAS...



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