Amelia y Carlos
A tres esquinas de la casa, Carlos regresa barbudo y mal dormido, según Amelia que también declara su aspecto como el hombre peor vestido. Camisa verde arrugada, zapatos sin media y un pantalón rojo de deportes, lo hacen ver como una moda sin nombre. Amelia firmemente mira el tráfico detrás de Carlos, como buscando algo que hace falta, con mirada de preocupación y poco interés de que Carlos llegue a la casa. Desde la puerta de la casa Amelia hace un gesto de ignorar la presencia de Carlos, que entra a la casa con cara triste y con mente en mal estado. Amelia mantiene su mirada hacia el tráfico de la calle, y con lentitud y tristeza cierra la puerta, pone su mano sobre la madera como recitando un rosario a su manera.
Al entrar a la pequeña sala, encuentra a Carlos sentado con intención de explicar algo, pero Amelia desvía su mirada para darle a entender que su versión no tiene respaldo. Inmediata mente Amelia camina apuradamente a su cuarto, arreglando las sabanas y poniendo las almohadas de lado a lado. Al escuchar la puerta del baño cerrar, entiende que Carlos su marido empieza su ducha como todo día ideal. Amelia se sienta lentamente en la cama, y comienza a agarrarse su pecho como si le ataca un dolor en su alma. Al escuchar nuevamente la puerta del baño, Amelia se levanta de la cama y se encuentra cara a cara con Carlos, que entra al cuarto y trata nuevamente de explicar lo que nunca lo han dejado. En ese momento Amelia nuevamente se aleja de su lado, esta vez se sienta en la silla de la cocina con semblante de nerviosismo activado. Ya Carlos bien vestido, se asoma a la cocina, y con su mano derecha apunta hacia la puerta, indicándole a Amelia un adiós del nuevo día. Ya fuera y con cara de preocupación, Carlos empieza a caminar a su coche azul, en ese momento Amelia llega y lo abraza de espalda con mucho amor..
Amelia
Al regresar de despedir a su marido, Amelia se encuentra con el todo vacío. Su casa de dos cuartos, su inmensa sala y el balcón rodeado de flores, la espera con muchos estragos. Ella se queda pasmada en el pasillo, pero luego por sí misma comienza sus oficios que nunca se quedan en el olvido. Al comenzar a limpiar el baño , ella murmura una canción, de forma de que su atención se dedique a su labor. Al terminar la bañera y comenzar por las paredes del baño, su atención nuevamente se dirige a otro lado. Lentamente se sienta en el suelo, y con cara de soledad se seca las lágrimas que caen sin esperar. En ese momento se levanta del piso y mira por la ventana, como si esperara algo que por alguna razón no llegara mañana. Su vista solo refleja la calle libre de tránsito, y es cuando ella mira el reloj de la sala, que le indica que todavía es temprano.
Al terminar de limpiar el baño, Amelia se dirige a su balcón, regando las flores con agua, e inspeccionando las plantas que admira con todo amor, Nuevamente el panorama de Amelia cambia bruscamente, sus nervios comienzan a atacarla, como insistiendo de lo que puede salir mal, sin entender de que no todo es maldad. En ese momento trata de hacer una llamada, marca tres veces, pero sus dedos tiemblan como si la traicionan a lo que siempre acostumbraba. Al no poder llamar, arroja el celular fuera de su ser, donde llega a caer en el medio del pasillo sin poder retroceder. En ese momento Amelia pone su mano en la cabeza, como indicando una terrible jaqueca. Al levantar la cabeza ella nota un cuadro de color perla, con una foto de su agrado, Carlos y ella, acompañado de su hija Camelia.
La foto fue en un tiempo de navidad, Carlos a su derecha y Amelia ala izquierda, donde Camelia hace el centro con una sonrisa de carcajadas inquietas. Todos en familia en un momento especial, donde la pequeña Camelia había ya cumplido 4 años en tiempo de harmonía celestial. Al ver la foto, el rostro de Amelia empieza nuevamente a brillar, y es cuando insiste en batallar con el número perdido del celular. Al encontrar el celular, Amelia hace una llamada, pero su silencio la obliga solo a escuchar, 10 segundos después, ella cuelga y respira profundo tres veces como recuperando fuerzas para su paz.
Al entrar al segundo cuarto, empieza a analizar que ya lo había arreglado antes de su cuarto matrimonial. Un cuarto con paredes rosadas, el techo azul oscuro, con dibujos de planetas y estrellas, mientras que la cama la adornan sabanas con dibujos de muñecas. Un pequeño escritorio azul oscuro, sostiene una foto de Camelia, esta vez con su sonrisa más apagada, pero tierna y adorable, abrazando un osito de color blanco. En ese momento Amelia se sienta en la cama, y con su dedo índice empieza a recorrer la carita de Camelia que está en la foto. Amelia mira al techo y abraza la foto, y es cuando respira nuevamente tres veces. Ya en la sala, ella enciende el radio, como para distraer lo que la ha estado trastornando. La música la hace la mujer maravilla, porque sin darse cuenta, el almuerzo, y la limpieza han dejado de existir para otro día, gracias a la obsesión de cambiar la actitud de negativa a positiva.
Carlos
Al dejar la casa, Carlos maneja hacia su trabajo con poca ambición de laborar. Su mirada es directa al tráfico, aunque su mente se siente como si ha presenciado un náufrago. En cada semáforo hace su parada, y empieza a pensar en lo que le trastorna. Con su mirada a la luz roja, se encuentra en un lugar en su mente, que lo hace pensar mas y mas en algo pendiente. Obligado se siente, sin escapatoria ninguna, porque sería su deber sin importar la opinión suya. Intenta una y otra vez de sacar una buena conclusión, pero él resultado por siempre llega a la única elección. Un ruido de repente lo perturba, el ruido de la realidad, ya que la luz verde le indica el paso libre para manejar. Enfrentando el tráfico, varios buses amarillos le ciegan la visión de lo que se aproxima. A una esquina nota unos pequeños niños entrando a un bus escolar, y es cuando se activa, como si lo hubiese picado una avispa.
En ese momento Carlos estrecha su cuerpo hacia el asiento del pasajero, tratando de mirar a los niños que suben al bus. Al pasar por el lado gira su cabeza hacia atrás, como presenciando algo que no puede olvidar. En ese momento un fuerte golpe lo saca de su realidad, ya que por no prestar atención acaba chocando con un vehículo que no pudo evitar.. Carlos sale del vehículo, y una joven arremete contra él, le hace el frente y palabras obscenas comienzan a unirse al tráfico que no quiere ceder. En ese momento Carlos le escribe su teléfono, y la mujer con gesto de leona hambrienta, bruscamente maneja por la pista a velocidad de una hiena. Al escuchar los gritos de los choferes, Carlos inmediatamente entra en su carro, y a gran velocidad se aleja del tráfico sin mirar atrás. En ese momento golpea al guía de manejar, lamentando el accidente, y culpándose el resto del camino para trabajar.
Al llegar al trabajo, con gran velocidad corre hacia la puerta de la factoría, con excusas a sus jefes y cara de melancolia. Unos de sus compañeros de trabajo comienza a hablar con Carlos, sobre el juego de soccer del otro día y cosas de la vida, y Carlos con sudor de gota gorda, insiste en no prestar atención. Al terminar de llenar el camión, Carlos empieza a descansar, con aliento perdido trata de calmar su adrenalina que invade todos sus sentidos. Ya más calmado, recibe una llamada, es Amelia, pero su voz no se escucha, y es como si ella estuviera en llamada de espera. Al no escuchar nada por 10 segundos, decide terminar la llamada. Él vuelve a caer en su momento de calamidad, empieza a mirar alrededor. Sus manos empiezan a temblar, rápidamente entra al baño y comienza a tirarse agua por el rostro, y es cuando se mira al espejo, como si no entiende el porqué hoy día no tiene gozo.
Al salir del baño, Carlos empieza a mirar tres camiones que empiezan a entrar, rápidamente y sin tiempo que perder empieza a colaborar. Sus compañeros lo admiran por su deseo de trabajar. Horas después y ya sentado en su tiempo de almuerzo, él hace la decisión de apartarse de sus compañeros. Lentamente bocado por bocado y con su mirada fijada al suelo, el insiste en no salir de su momento de puro miedo. Al terminar de comer, unos momentos después una llamada al celular empieza a vibrar, Amelia nuevamente hace su llamada en un momento definido para saber la verdad, Carlos coge la llamada, y después de 5 segundos, Amalia le dice…" Un buen día, contenta y activa". En ese momento el ánimo de Carlos volvió a florecer, inmediatamente se una a sus compañeros a hablar del juego de ayer, empieza a dialogar punto por punto, con una alegría notable sin necesidad de tomar impulso.
Amelia
Ya todo oficio hecho y repetido, Amelia se encuentra nerviosa, sentada en el mueble, en espera de algo que desde su comienzo del día la desespera. Su pie empieza a temblar, apurada mirándo la hora con varias uñas que masticar. El sonido del tráfico hace que se levante bruscamente. Al salir de la casa ella camina dos cuadras, y rápidamente se encuentra en una esquina, ella mira y mira lo que se aproxima, pero sus ansias se apagan, cuando conoce que nada de lo que ve la vuelve conmovida. Unos minutos después, su corazón empieza a brincar de alegría, porque Bus Escolar 2177 llega en momento de alegría. Amelia empieza a buscar algo con su mirada, niños y más niños salen del bus, y segundos después, Camelia sale con sonrisa y brincando de alegría, mientras que Amelia la abraza con todo amor y ambición de verla aquel día.
Camino a casa, Camelia brinca como conejita, contándole a su madre sus detalles sobre su primer día de escuela, sus primeros amigos, su maestra y la oportunidad de explorar su aula. Con sus ojos llenos de alegría, y su preocupación desaparecida, Amalia hace una llamada sin implicar problemas de los números que no le salían. Al llamar a Carlos, respira 5 veces antes de decirle… "Un buen día, contenta y activa". Al llegar a Casa Camelia entra a su cuarto y empieza a regar sobre toda su cama sus primeros dibujos escolares, y su primer día de escuela, se impone a las escenas imaginarias de Carlos y Amelia
- Autor: Antonio Liz ( Offline)
- Publicado: 17 de septiembre de 2021 a las 12:22
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 13
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