Un angel llora

Kevin Hernandez

El adiós de mis alas. 
Una vez fui un ángel muy hermoso  como todos los ángeles.  Ahora después de tanto sufrir por un amor, no se en lo que me convertido.  
Siempre pensé y jure que era un amor puro. Pero este solo llego a contaminar mi corazón.
 Me enamore de una mujer, no la quería como mi esposa, era  algo más, más grande, más puro.
 Sentía celos de como daba cariño, Celos de como besaba la frente y la mejilla. Pero aun así la protegía. 
Un día, un arcángel se dirigió a mí -Pequeño,  ¿qué haces en la tierra? 
No pude responde y solo sonreí. Repitió su pregunta insistente y le dije -¿vez esa mujer? Para mí es más celestial que yo. Mi ángel y haría lo que fuera.  Porque ella me viera y me abrasará.
 Dijo -solo hay una forma de que eso pase, pero sé que no la aceptaras.
-¿Cómo? Por ella haría lo que sea.  
-Entrega tus alas y sé cómo ellos. 
-Pero sin mis alas me alejaría de Dios.  ¿Ser como ellos?  No sé si un día pueda volver al cielo.
-Es tu decisión. 
Con ella en mi pensamiento terminé aceptando. Cerré mis ojos y cuando desperté era muy distinto, no sabía hablar, Mis hermosas alas se habían ido.  Pero la tenía a ella. 
Mi primera palabra fue mamá ya que así se llamaba ese ángel del cual una vez cuide y ahora era su turno cuidarme a mí. 
Yo desconocía este muy mundo, y noté que estaba tan fracturado y contaminado. 
Comencé a sentir nostalgia y quería regresar a lo que fui nuevamente al ver que ella había olvidado su deber como ángel terrenal,  ya no cuidaba de mí como antes,  no besaba mis mejillas, ni me abrasaba. 
Todo era distinto, se arrepentía de haberme conocido. Y mi corazón se llenaba de heridas que no sanaban,  mis lágrimas eran eternas.
Mi espíritu se desvaneció cuando me abandonó. Sufrí solo, por no estar a su lado, en la calle, ya que más protección encontré allí con los que llamaban huérfanos. Ellos también eran ángeles como yo, que habían venido a la tierra y habían perdido sus alas. Nos cuidábamos unos a otros. Mientras llegaban malas personas  que nos usaban de miles de malas maneras, por lo cual tuvimos que aprender a defendernos. 
Pero con cada ofensa mi corazón cambiaba. Ya no era tan puro. Mi vida llegaba a la puerta de la oscuridad, donde el miedo era algo que dejo de existir y la maldad era un bien común. 
Me Llene de odio y maldad. Seguía pensando en ese ángel llamado madre. Aunque yo la buscara su desprecio cada vez era más grande al igual a mis heridas y mi ego.
Ya no pensaba en mis alas y un día comprendí que todo estaba mal porque un ángel no estaba para hacer sufrir, si no para proteger. Tuve deseos de ver llorar a quien un día quise hacer reír, ya sin darme cuenta me había convertido en un demonio. Gracias al desprecio de aquella que me abandonó cuando más la necesité, aquella que cuando llore pensé que sería la que secaría mis lágrimas y no quien me haría llorar, la que creí mi protectora y solo me hizo a un lado. 
Pero aun después de convertirme en la oveja negra del rebaño,  un demonio, sigo pensando en sus besos, sus caricias, el cariño de ese ángel al que llamaba madre.  Porque aun, a pesar de todo, la amo, tanto como aquella vez.

Nunca dejes que aquel ángel que viene en tu vientre se convierta en un demonio 
Tu compromiso como madre es amar y proteger a tus hijos sobre cualquier cosa y defenderlo de cualquier enemigo. Las drogas, el alcohol, la calle, personas que los lleven por el mal camino. No dejes que sea un maligno de la calle.  Amalo protégelo dile que lo amas. 
Nunca es tarde. Y si ya es un demonio entonces se tú el ángel que lo haga cambiar. Solo con palabras mágicas como: “hijo, te amo” 
El amor es el arma más poderosa del mundo y no hay mayor amor en la tierra que el de una madre por sus hijos.

  • Autor: segador (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de septiembre de 2021 a las 21:54
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 34
  • Usuarios favoritos de este poema: Rose Poet
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Comentarios +

Comentarios1

  • Rose Poet

    Hermoso



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