Callan sus voces…quedan las del torrente,
dócil iniciación al ritmo de las sentencias
que ya no murmura la ilusión adolescente,
acústica mutilación de antiguas reverencias.
Fue la hora otoñal y amarilla de las peripecias,
malignos ritos en el ínclito, pétreo altar piramidal,
concurrencia de ofrendas de tan exóticas especias
avances del filoso viento con su quejido imperial.
Laboratorio del dolor, más feroz que el arsénico,
muy pronto a estallar una mochila de rojas granadas
mientras alterado crece el inquieto pánico escénico
... y el joven consagrado se despide de su amada.
Voló el alma, ectomía inclemente del cuerpo violáceo,
brumosa la tierra se conmueve hierática en toda su faz
sin articular ninguna piedad por la luna del crustáceo
cuando la llovizna llora en la floresta humedad pertinaz.
La Vida reclama un adiós a los coreutas del sacro orfeón,
ocre la triste despedida de la agónica y aleve advocación.
La Muerte devuelve y justifica las razones de un sermón
sangre que efluye sed alimentaria, campos sin nutrición…
Tiempos irredentos de los fervores de pedestre inteligencia
que la ciencia, ahora sin zahoríes, alcanza novicias vanidades,
inclusivo glifosato favorito, veneno mortal de fértil demencia:
pobres inocentes de actual era digital...padecerán ¡el Nuevo Hades!
- Autor: Charo. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de octubre de 2021 a las 17:17
- Comentario del autor sobre el poema: Parménides y el bíblico Predicador, nada cambia. El sol no trae nada nuevo. Lideres magos ayer y jefaturas ciencistas hoy inyectando unos mismos dolores. Y así se comportan las minorías satisfechas desde el Poder..
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 24
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