¿Se cura la locura?

Pregunta cerrada, porvenir abierto.

- ¿Cree que usted ya se quedó así o piensa que en algún momento dejará de estar loco?

- Yo no estoy loco, locos los otros.

-¿Ha pensado en lo errático de su comportamiento? 

- Cada quién ve lo que hace, yo hago lo que me sale.

- Veo que entiende mis preguntas...

- Si, y también se por qué está aquí, por el otro que no llegó. Al fin usted persigue siempre  su opción de redención, su proyecto de fuga, su ímpetu de ventana, su ánimo de honor, su ropa limpia y Planchada. Yo soy una razón más que lo alimenta. 

- Tiene razón, y a usted ¿que lo alimenta?

- Personas como usted, con propósitos me dan el remanente, el concho oxidado de su todo, las migas de la mesa y del suelo, la espuma caída y mezclada con otras sustancias. Cómo ve, soy una mezcla de lo que sobra. Lo que deja lo ola, el resultado azaroso de la vida, que se empecina en verme y darme manos. 

- El caos...¿sabía que la vida tiende al caos?

- Entonces yo soy la vida.

- Así es. Pero al final de ese caos nacen las cosas más bellas y perfectas. Las más elevadas. 

- Supongo que no sigo esa tendencia.

- Es su desición o solo una consecuencia de sus experiencias?

- Ambas...pero más lo segundo. 

- Al verlo, se ve que lo ha pasado mal. 

- Mmmm... váyase saque de aquí ese aparato hecho por manos de niños asiáticos explotados...váyase por donde llegó, y yo u otro loco lo haya pasar las penurias que no merece pero que equilibran la balanza del mundo. Experimente por su cuenta el dolor crónico y me cuenta si todo esto tiene sentido.

- Lamento que siga optando por la locura.

- ¡Váyase! Antes de que desaparezcan más soldados...