Grito
¡Oh, amada del cielo mío!,
vistes a mi cuerpo de impío,
cuando te vuelves como el hierro,
y eres más dura que un perro,
y me das el grito en tempestad,
cuando corro en ser como la libertad,
no te desnudes oh, amada mía,
que tu piel es más que algarabía,
cuando me das besos a la intemperie,
de una sola y triste barbarie,
cuando corres en ser como el grito,
que no me dejas devorar un rito,
cuando en tí y en mí ocurre el deseo,
cuando fue tan irreal y erróneo,
el amor en cada abrazo y en cada alma,
y dentro de tus besos en calma,
me dejas sentir el silencio,
como un dulce sabor en tus labios…
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