En tus labios, oculta la diferencia

Lucas de Almeida

 

Cándida musa que en esta, la más oscura de mis noches,
Invitas a mis versos a derramarse en raudo tropel;
Sobre el impoluto papel que se me aparece blanco,
Blanco como mi mente cuando ante mí te tengo.

 

Que sabrás sobre mis desvelos, sobre mis quebrantos.
¿Te confiará acaso, alguna estrella atrevida sobre mi llanto?
Quien imaginaras que por ti se desvela, se desgarra.
¿Será que acaso, el viento en tus oídos mis versos lleva?

 

No alcanza el sol, con sus rayos de fuego, a imponerse,
Sobre el pálido cristal del cielo no amanecido;
Que en mi mente ya impera, como un cesar de antaño,
El recuerdo querido de horas eternas a tu lado.

 

Y nunca la luna pudo sobre un sueño mío asomarse,
En el cual tú no fueras toda mi dicha y deseo.
Más si la llamase por testigo, pálida como siempre,
Te contaría de las veces que en su hombro te he llorado.

 

Las volutas de humo van poblando la desolada sala,
Y en sus dibujos de instantes, se me aparecen tus ojos,
Dibujo celestial y nefasto, de un hado endemoniado
Criatura perversa que de mi llanto, audaz se nutre.

 

Y pienso en mis días, y pienso en mis noches,
En las incontables veces que una sonrisa me arrancas,
En los momentos febriles en que como un Hamlet,
Me paseo entre la vida contigo, o matarme en el olvido.

 

Sin embargo, puñado de antinomias el pobre hombre,
Me derrito internamente en pasión desbocada por ti;
Y hacia afuera, piedra inmóvil, no encuentro palabras,
Y de tanto en cuanto hasta decir "hola" me cuesta.

 

Miro, el whisky que lentamente mi vaso vuelve a poblar,
Y en su intenso color dorado pienso, desgraciado, para mí:
"Si solo fuera oro para llenar de perlas su ajuar"
Entonces me dijo "necio el amor no se ha de comprar".

 

Y desespero, dejo la pipa a un lado, sin romperlo
Aprieto mi vaso hasta el hartazgo, camino en círculos,
Te escribo, no contestas, doy más pitadas desesperadas,
Me desplomo en un sillón, miro el balcón, juro que salto.

 

Abro la puerta del balcón y se me oprime el pecho,
La cruz de plata de mi abuela me pesa como un muerto,
Entierro mis rodillas en el suelo y rezo con toda mi alma,
Para ser mejor, para merecerte, para poder vivir sin vos.

 

Vivir sin vos, como si fuera fácil, como si pudiera hacerlo,
Me empeñó en lograr lo imposible y desquiciado, loco,
busco el consuelo de la almohada que te trae en sueños;
De a ratos me deja creer que eres mía, de a ratos muero.

 

Y el sol se vuelve a elevar y tu imagen sigue grabada,
Grabada a fuego en mis pobres pupilas, juro ser fuerte,
Me levanto y en cada obra ofrendo mi alama a dios y a ti,
Todo en mi vida se vuelve ofrenda al creador y a ti.

 

Vuelve la locura a corromper mi mente, ríete si quieres,
Nunca he sido buen material para santo,
Vuelve la muerte a mi mente, vuelve el tormento, oscuridad.
Te escribo, me respondes, y la luz invade de nuevo mi vida.

 

Sonrió, como un personaje de terror en una película,
Sonrió vacío, sonrió ausente, sonríe el último grito de vida,
En un alma que de a poco muere a cada instante.
Sin embargo me has respondido, y me invitas a cenar.

 

Has recompuesto mi alma y es seguro, que tiro
una semana más con ese gesto insignificante.
Me has salvado la vida, o has perpetuado mi tormento,
En tus labios oculta la diferencia, ¿rozarán acaso los míos?

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  • Autor: Sulac D\'Iladame (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de octubre de 2021 a las 01:59
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 26
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