Me retiro a mi soledad eterna.
Enciendo esta noche una linterna
entre el frío que por esta ventana
entra a borbotones, como mi alma
en la muerta materia desvencijada
haciéndola jirones de blanca niebla.
Me retiro a mi soledad eterna,
aunque nunca daré por perdida
aqueya estreya que briya a oriyas
de mi vida, entre marea y arena...
Me voy volando al alba al despertar
a esta realidad tan extraña,
que se sueña, es la verdad...
Me voy flotando en una ola enfática,
a toda velocidad, cortando las aguas,
y la gran distancia que nos separa igual.
En el curso fugaz del firmamento
surco mares de sombra, fortalezas
desiertas en mitad de la selva,
a comienzo de este inminente momento
Lo pienso, y sé que es nada, un sinsabor
en el paladar del alma, una espada fría,
robusta, como la armadura de plumas
del centinela celestial, confusa su figura
entre las humaredas y las profundas grietas
donde nieblas sin nombre imponen el desorden,
pero se va, se ha perdido en la red del infinito
Profesores del rito eclesiástico bautizando
a un pobre noble cortesano, hablan bajo,
despacio los sigo, sigiloso, tras los helechos,
y aprovecho la noche: rimo amor contra el tiempo
Tranquila alma, lucha, ve a la victoria
directa, intrépida estreya, mi diosa
ebria, loca a la espera de una oración
salvadora, cuando las horas caen todas
en vacío peor que el suicido, la soledad
El Sol se tiró del precipicio, y no pensar
mas, que es vicio, y hay poca pasta!
Esta pena tan amarga me ausenta
Estoy aquí todavía! La vida es buena!
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