A MI HIJO EL CAMINANTE

MANOLO TUA

Hijo, ya ni mis lágrimas son mías

Las esparzo por el espacio que deja el dolor

Siento que se siembran en  surcos de ausencia

Y en otros cielos, recaudan su color

En mis ojos rojos, ya no hay lágrimas

Porque las consumió el oculto llanto

O el  contenido dolor que genera la ausencia

Y provoca, gemidos y quebrantos

O tal vez la impotencia de verte lejos

Al saber que te quiero tanto

Y que otras estrellas, pueblan tu cielo

Sin  poder compartir su efusivo encanto

A veces la esperanza, me abre sus brazos

Y miro el acortamiento de los espacios

Quizás sean, ilusiones, del débil quebranto

Que se confabulan por quererte tanto

Hijo, no eres el principio, ni eres el fin

Otros te antecedieron, otros te siguieron

Pero ninguno será mi COTUPIN

Porque hasta el sobrenombre te pusieron

Para remarcar que sigues siendo un Fin  

 

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