En la solitaria casa del ser residía el alma, habituada a vivir sin compania,
despertando cada mañana en el atardecer de los días,
dando la espalda a la utopía, a los sueños e ilusiones de felicidad compartida,
con las persianas bajas, con los ojos vacíos y la mirada perdida,
un viaje por rutas desiertas, a la orilla flores de estación, que solo en primavera florecían,
la melancolía se rebautizo, se llamaba costumbre y el correr del tiempo no se percibía,
la paz del paisaje, un puñal de fría tristeza, coros de cigarras abrazando y acunando angustias en las horas que morían,
un viaje por rutas desiertas, con recuerdos de inseguridad y miedos, con desilusiones que vieron ahogar a los sueños,
pero nadie viaja hacia ningún lugar, todo comienzo tiene final, cada origen un destino,
quien podría imaginar, no hay vidente, ni gurú, que pudiera ver llegar,
a la magia celestial del ser supremo, al milagro que traía tu mirar,
a la casualidad mas causal, al mayor de los motivos por el cual todo lo vivido cobra sentido,
luz que quita por siempre de las sombras y hace de añejos anhelos una dulce realidad,
la de vivir por siempre, bajo el manto del sagrado sentimiento ¡ que no sabe de par!
- Autor: raul alfredo ( Offline)
- Publicado: 1 de noviembre de 2021 a las 19:49
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 24
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