El dolor de cabeza persiste,
fermenta palabra antigua.
Atención,
cualquiera cabeza
cae decapitada si refugia
palabra insana,
si hospeda gente amada
o tufillo de exterior.
Si escribo 'alma',
un ejército armado
con pinzas de cangrejo
arranca rocas de litoral
-las babosas arrastran
fragmentos de lo que fue
orilla de isla-
alma, semilla sagrada,
aunque alguien dice que
'el exilio es un cuento',
mientras Hildegarde
estruja velos
para hacer papel
fibrillas rojas
mezcladas con zarza
y tinta de cerezo
al secar morenas,
parecidas a pasillo
que da a celda
entre la puerta e
Hildegarde, luz de vela
se ha manchado, pero
sucia reza
al ejército que dirige
cangrejos y tritura.
No, no usaré alma,
la escondo en cartas
escritas a mano
por mi abuela,
y me arrastro
como cartón vacío
de salsas caducadas.
En el mortero humedad,
mariposas de cáñamo,
ecos del aposento
que perdí en el cielo.
Soy el instrumento medieval
que desaparece en trapo
bajo el puño de Hildegarde.
Ahora mismo rompe
cáscaras de huevo
y logra rollo
que se extiende de la mesa
al pozo de la abadía
donde escribo
para mujeres
que hacen exactamente
lo mismo que hice
hace años: una montaña
y no está mal,
pasean pavos
bajo la arboleda,
aunque prohíban el cerro
'esta cuesta es
para quién suelte pluma'
qué importa el pájaro,
si eleva bandera
con levadura.
Levanto trapo,
blanco descolorido,
nadie pasa
sin haber hincado
pie en escritura
mi nervio rabia,
en el horizonte, la colina.
Mi madre duerme,
pero no la veo,
tampoco me ví
siglos atrás en la isla
las calles, las arboledas,
las rocas, las maderas
los papeles apretujados
por Hildegarde de Bingen,
planos y planes
para construir convento
desembocan
en la misma plaza,
oh, señor, desfilan,
estoy muy sola
y el invierno acerca
droga potente
que libera.
En los alrededores
trafican poemas,
ahora pertenecen a
quien levanta pinzas
de cangrejo con
manida animal- versión
de pisamierda
sin ninguna intención,
sin resolver nada,
patético, el texto
se transforma en caricatura
de pesadilla circular,
de vez en cuando
glin gling, brillo irreal.
Hildegarde busca lana,
fibra de oro,
confieso que no hace falta,
lo que escribí no sirve,
hace años toqué
no sé qué historia
y el tipo con pendientes
verduzcos de odio,
cinturón en cuero
ecológico sobre sexo
me quebró columna y
desde entonces repite
tétricos rumores.
Demasiada violencia,
demasiada machaca,
caen cáscaras
por todas partes.
- Autor: Margarita García Alonso ( Offline)
- Publicado: 7 de noviembre de 2021 a las 06:52
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 32
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