Y el abanico rodando con tanta fuerza hacía un frío destino, en soledad y tan desolado, cerrado y sin saber qué decir, ella no conocía con exactitud el idioma de unos enamorados que entablan una conversación de amor como enamorados. Que si “espérame”, “adiós”, “estoy casada”, y muchos otros lenguajes de parejas tan enamoradas en que sólo es posible entender el lenguaje del abanico. Mientras que ella Luna sentada en la silla entre la mesa y los ojos de ése chico extraño frente a ella, y ella yá le dijo que quería bailar con el abanico, aunque él no lo entendió si entendió el abanico que llora. Él, por fin delicadamente y muy caballeroso, se siente con un sólo desafío y con un extraño converger y en querer bailar con toda la ilusión de una mujer con encantos y de alta sociedad. La toma por la mano y la besa, en señal de caballeroso y de respeto, y en saber que era una mujer sola y soltera y que quería bailar con él. Él se sienta al lado de ella, cuando en el trance de la verdad, no tenía ganas porque no la vé hermosa, pero, eso aunque no le importaba, lo anhelaba tanto en tener una mujer bonita a su lado. Él, le dice muy seriamente, -“ah, que el abanico que llora, ¿tu abanico llora?”-, eso es lo que entendió él con el gesto que hizo Luna con el abanico al llamar la atención del joven para poder bailar con ella. Ella suelta una risa pícara desnudando lo que en el alma más quería, cuando en su alma está muy nerviosa, pues, su forma de ver y de creer en el amor ella era novata, o sea, muy inocente, pero, se enamoró a primera vista, dejando soltar una carcajada por lo dicho de su abanico. Y él y ella entablaron una buena conversación, pues, en realidad, se quedaron solos en la pista de baile. Cuando en el alma se siente tan fría y tan álgida, ella, solamente ella, se aferró al equivocado deseo, cuando él la mira de cerca y no posee los encantos de belleza física, sino que es muy delicada, su piel suave y posee unos encantos de soltura en tres idiomas que aprendió, y unos encantos de mujer que tenía guardados para el hombre que llegara para ella algún día. Cuando en el trance de la verdad, se siente como el frío y como el gélido viento no poder tener de qué hablar con el caballero de prácticamente nada, pues, apenas se conocen y no nace a flor de piel la conversación. Cuando en el delirio se electrizó la forma de dar con el altercado frío entre la razón y el corazón. Y ella quedó formando ideas, y conversaciones de encantos y de inteligencia, pero, el muchacho estaba aburrido al lado de ella. Y ella feliz, por tener a un caballero así, a su lado, pero, no duró mucho sino que nunca bailan o mejor dicho nunca la invita a bailar a la pista. Ella, queda sentada con su abanico en mano, y queriendo con tantas ganas de bailar que queda sola y en soledad. Él se fue sin decir nada, pero, se disculpa con ella. Qué pena, o vergüenza, sintió Luna. Y Luna prosiguió un camino frío y sosegado, pleno y oscuro y sin la luz que emana del cielo o de los propios ojos que lloran sin poder llorar. Y volvió y se sintió sola y tan solitaria y apretando su abanico se fue de la fiesta y del baile. Cuando llegó a su hogar se dijo una vez más Luna como la luna álgida tan sola y tan solitaria en el mismo cielo vacío de feliz armonía, de anhelos y de deseos, y de lujuria también. Cuando en su mundo se dedicó en cuerpo y alma a caer entristecidamente como un sueño en pesadilla. Y despertó Luna con el sol por la ventana, y se sintió llorosa y fría y tan gélida su piel, por la maldita soledad en quedar siempre sola. Cuando el alma se fue de la vida y de su mundo retorcido en creer en el alma devastada y tan fría como el mismo hielo o como la misma luna llena de la noche anterior. Cuando en el trance de la verdad se dedicó en la fuerza y en las fortalezas de ser más inmensos y grandes sus encantos de mujer fatal. Cuando en el frío y en el gélido viento, se sintió como lo más suave y delicado del algodón, y era su piel sin ser amada. Y despertó como si hubiera sido una cruel pesadilla, pero, fue realidad. Y el abanico que llora, y ella llorando con una sola lágrima derramó el dolor sobre ése abanico. Y que le dió verdaderamente mala suerte. Un abanico elaborado y hecho con encajes, canutillos, y perlas y por cierto muy hermoso. Al despertar Luna lo toma entre sus manos y nota una nota escrita por un hombre, y que le dice -“mira por el balcón”-, y hubo una serenata al amanecer por su cumpleaños y con flores en mano un hombre le lleva alegría y era el mismo jovenzuelo de la noche anterior el que no bailó con ella. Y ella con abanico en mano, le señala con el abanico: el abanico que llora. Y salió una lágrima de felicidad, que sí las feas son también felices. Y jamás llorar por nada, si se puede ser feliz. Y el abanico que llora nunca más tomó un abanico en mano Luna en señal y sino no se conoce el lenguaje del abanico. Y dejó a un lado el abanico que llora y lloró sí, pero, de felicidad. Y por fin bailaron juntos, pues, la fiesta prosiguió desde el amanecer en la mansión de ella y todo por alta sociedad y por todo lo alto. Y una de las amigas tomó el abanico de Luna y … el abanico que llora…
FIN
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de noviembre de 2021 a las 00:06
- Comentario del autor sobre el poema: Una señorita llamada Luna de alta clase vá a una fiesta y en vez de decir con su abanico quiero bailar, le dice el abanico que llora, y él le expresa su sentir y sin ponerse de acuerdo nunca llegan a bailar juntos en esa fiesta...Mi #40 de novelas cortas en el año 2021…Mi #78 de novelas cortas hasta el año 2021…
- Categoría: Sin clasificar
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