Hefesto quiso amar a su adorada
a salvo de miradas maliciosas,
llegando entre caricias silenciosas
al templo de la diosa más sagrada.
Se entrega a su Afrodita enamorada
cambiando pues miradas temblorosas.
Y estando los amantes entre rosas
surgió Cibeles como de la nada.
Jamás habrá castigo tan severo,
los cambia por idénticos leones
uncidos a su carro fuertemente.
Sintiendo en ese yugo tan austero
a quien no podrán ver por sus acciones
y solo oirán rugir eternamente.
Claudio Batisti
- Autor: Claudio Batisti ( Offline)
- Publicado: 15 de noviembre de 2021 a las 12:16
- Categoría: Fábula
- Lecturas: 22
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Miguel Reyes
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