“Fue de la tatarabuela . . .”
Es un mueble antiguo
con albor exiguo,
su fina caoba
el alma me arroba.
Madera morena
sentida, serena,
dura cual cobalto
de aprecio muy alto.
De abolengo oscuro
del tronco más puro,
su puerta da paso
en prístino abrazo.
Al vivo recuerdo
del ayer que pierdo,
del añejo tiempo
la memoria templo.
Pasan por mi mente,
en antes vigente,
los cinco cajones
pequeños arcones.
Resguardo de alhajas
dignas de las majas,
de cosas eternas,
de prendas fraternas.
Preciosas rarezas
de reinas, princesas,
bizarros herrajes
sus otros linajes.
Como el sacro espejo
de sobrio reflejo
que cuida esforzado
el marco sagrado.
Cristal de diamante
que evoco distante
como aquella luna
del cielo fortuna.
De luz que refleja
y jamás lo aleja
de efigies reales,
de sombras virtuales.
De cuerpos presentes,
lejanos, ausentes,
del vivo recinto
de tal laberinto.
Su lámpara alumbra
toda la penumbra
de los corazones
plenos de ilusiones.
Muy digno testigo
de esto que les digo
la silla de un hada,
mullida, soñada.
Uso prolongado
no ha deteriorado
al leal tocador,
sigue lucidor.
Sin restauración
es bien de pasión,
siempre tan querido
no sufre de olvido.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda.
Reino de Tacubaya, México, a 17 de noviembre . . .
Dedicado a mi abuelita “Conchita”, Doña Concepción Amaya de Ramos
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
- Autor: Gonzalo Ramos Aranda ( Offline)
- Publicado: 17 de noviembre de 2021 a las 17:44
- Categoría: Familia
- Lecturas: 30
- Usuarios favoritos de este poema: Almohade, Dialicex
Comentarios2
Un tocador que dá para mucho.Buen poema
Hola, Almohade, gracias por su gentil atención y positivo comentario. Ese mueble antiguo removió mis recuerdos e inspiro estos sencillos, pero muy sentidos, versos que dedico a mi amada abuela "Conchita". Saludos afectuosos. Que esté bien.
A mí también me recuerda a mi Angel de la Guarda, recibí de mi abuela un tocador, que aún utilizo y este poema me trae la nostalgia de ella y la felicidad de haberla tenido en mi vida, gracias.
Hola, Dialicex, que gusto en saludarla. Que bien que el poema le agradó y, sobre todo, que le haya llevado recuerdos gratos de su abuelita. Con eso el tiempo invertido en la escritura se justifica en exceso. Le envío un saludo afectuoso y gracias a Usted.
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