Pero al llegar la noche ella me tomaba entre sus brazos, el viento golpeaba las paredes y comenzaba a llover, gota a gota iba llegando, se escuchaba venir a lo lejos la feroz tormenta, ésto era así desde aquella noche, no era invierno, pero parecía cada noche algo eterno.
Sólidas y frías eran las horas, la luz de los relámpagos permitía ver con claridad el devastador paisaje, mojado, gris y desolado. El viento como las olas era, golpeando fuerte desde afuera, sin control...
No existía la esperanza de un nuevo día, ni de luz de sol...
- Autor: Beyders (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de noviembre de 2021 a las 01:25
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 27
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
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