Cuando Margaret se aferró a ese mar que tenía de frente a ese hogar, ese hogar donde Margaret no fue feliz, por cierto. Y quiso ahogarse, fue y trató de moverse sin perder a su hogar, y se fue por el camino lleno de arenas. Si cuando por fin llega al mar desértico, que por cierto no había nadie a esa hora, ella trata de caminar desolada como un cruel y vil fantasma, pero, bueno al fin. El mar estaba frío y en calma, ella trata de que el mar sea lo más posible visible a su cuerpo y que ella no lo traspasara, pero, no, no podía ser verdad. Margaret se sentía desolada, vil y muerta de miedos, cuando en su afán de querer amarrar el calor estaba llena de fríos. Cuando en su momento se vió el tormento lleno de iras incongruentes de una salvación incolora, transmutada y transparente, pero, no, ella sólo deseaba en ser feliz, o sea, en morir bien o mal, y morir y descansar en paz desde que pasaban las noches y los días, también, y se vió el tormento frío y desnudo de ambigüo porvenir, cuando en su alma se hechizó el tormento de saber de que era una salida o una eterna solución a ese problema que le aquejaba esquizofrenicamente y con una psicosis extrema en saber que su rumbo y su cosecha en querer venir hacia el momento se vió atemorizada de espantos seguros, cuando en su manera de ver y de creer en el alma a ciegas se vió como el tormento casi irreal, pero, trascendental. Y Margaret se vió aferrada, inestable, y fríamente deliberada como un precipicio abundante y frío, y como el silencio automatizando la espera y tan inesperada como la triste formación hacia un triste y hábil fantasma, el cual, ella no puede ni solucionar la espera y tan inesperada de creer en el silencio llevando una sola idea de manera trascendental. Porque cuando en el alma se vió aterrada a la única salvación Margaret se vió floja de espíritu y por un alma devastada de frío porvenir, cuando en su afán de converger con el mar no le dió abastos en querer dar con el siguiente suceso en su vida si quería la segunda muerte. Y en su alma corre el silencio, el sentido y la risa de un fantasma por sus travesuras. Cuando en el alma se siente como el deseo y como el más incierto deseo de creer en el alma muerta de miedos, cuando en su afán se siente como el mismo desenfreno eficaz y con una tormenta conceptual, pero, tan fría como su propia piel. Y sintiendo el suave delirio se edificó el infortunio de dar con la única salvación a su alma devastada de fríos incongruentes y por una sola soledad que le amargaba más su vida. Si en las ganas efímeras de dar con el reflejo del sol hacia a su propia existencia se vió marcando el dolor como esa misma luz que le roza la piel y más su cara, pero, no, era de noche y no había nadie alrededor ni ese mar bravío que empezaba a dar señales con una ola hacia sus pies. Porque cuando en el alma comienza a dar un camino pedregoso como lo fue caminar desde las arenas, se vió tornada Margaret en discernir la fuerza y a cabalidad sus fortalezas de dar con el significado en convertir las emociones en un rico porvenir descansando en paz y queriendo morir al fin. Margaret estaba desolada, inerte y fría y llena de pavor y de un clandestino temor y de un horror mal inconsecuente de ver el cielo de tormenta y de gris lluvia edificando su esencia y más su cobarde atracción en ser un fantasma y nada más. Porque cuando sus fuerzas se debilitaron como un fantasma débil, translúcido y transmutado, y se vió aferrado al desierto más efímero conceptual de un todo. Y mirando desde cerca se vió aterrada y llena de espantos, cuando en su afán de querer amarrar su vida hacia un desierto se vió mágicamente en dar con el sólo corazón en una magia trascendental como la magia universal en querer morir en paz. Cuando en su afán de amar la muerte y con ese suicidio que perpetró cuando jovencita, si yá había pasado más de seis lustros desde que se había suicidado Margaret. Si cuando Margaret decide suicidarse nadie lo podía saber o adivinar. Y ella quedó varada allí mismo en el mismo lugar caminando en círculos y de ademanes tan fríos como el mismo desenlace final de un tiempo en que ella quiso morir en verdad, como cuando dijo al final de su vida que, -“el deseo se hace vivo cuando quieres morir con llanto sin lágrimas”-. Cuando las lágrimas pasaron desapercibidas, si las lágrimas son agua como la del mar abierto, como su pecho de infinito deseo, el cual, tenía miedo y se llevó el mal final hacia la mala existencia de una muerte vivida. Cuando al fin, entristece cuando su alma se lleva el miedo más portentoso, más veraniego y más conceptual cuando su forma de dar con el alma muerta, pero, tan real como el suburbio autónomo de dar con el silencio y se sintió como si fuera trascendental, como si fuera tan verdadera, pero, aún muerta de espantos. Cuando logró llegar al mar sí, cuando su esencia y su mundo se vió inalterada de espantos cuando su esencia yá yace muerta y desolada y con el tiempo en el alma como una verdad efímera y conceptual. Cuando en su presencia yace un fantasma vil y tan hábil como lo fue desesperadamente hacia la misma muerte. Cuando su presencia fue como el mismo imperio sosegado de una penumbra y de una soledad, en la cual, se aferró al deseo vivo, pero, más muerto que la misma muerte. Cuando Margaret se vió aterrada al frío y al tiempo nefasto, pero, tan real como lo era sobrevivir con el alma a cuestas de la sola razón y de su insistencia en conocimiento sin memoria. Y era Margaret, la magia y la verdad en ganar una esencia trascendental como aquella vez en el alma fría y devastada de un álgido viento que aún tocaba su piel y más su cuerpo si así lo siente. Si su rumbo y su dirección es ir hacia el mar perdido para poder morir en paz, se dice Margaret. Mientras que el mar estaba bravío, ella se siente como un fantasma débil y mal varado allí mismo, y trató de caminar hacia el mar perdido. Cuando su esencia estaba petrificaba a ese mar, pero, cuando piensa en su vida maltrecha, dolorosa, y dolorida, y tan herida como el poder salir de allí, se vió aterrada a un funesto mal instante cuando su forma de vivir no era igual en poder morir. Cuando su esencia y su figura yace como un cruel y débil fantasma. Como cuando por fin logra llegar al mar, cuando llegó la esencia y más que a eso la pureza de su alma vestida de una luz translúcida y transparente como transmutada, si se vió muerta como el haber sido llevada en cuerpo y alma al cielo y haber sido maltrechamente con una demencia inocua, pero, fatal como cuando toma esa daga y se suicida de tal forma y de tal virtud, cuando en el alma se aferró al desconcierto de un triste final. Por que cuando llega al mar y cree en suicidarse, por segunda vez, y dice aquellas palabras en su alma devastada de pavor y de miedo, las cueles, fueron, -“el deseo se hace vivo cuando quieres morir con llanto sin lágrimas”-, Margaret quedó sin llanto, y sin lágrimas, las cuales, no se sentían ni se percibían desde que ella era un cruel fantasma. Y nunca más lloró con llanto y con lágrimas, si el viento se la llevó como hoja en otoño al viento y con un frío final se vió aterrada cuando se fue a volar y no precisamente al cielo. Y dijo por última vez y lo gritó en el cielo volando, -“el deseo se hace vivo cuando quieres morir con llanto sin lágrimas”-, y ni así, el llanto ni el mar pudo con aquello que se llama en ser una muerte segura y más en poder ser un fantasma con llanto sin lágrimas.
FIN
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de diciembre de 2021 a las 00:10
- Comentario del autor sobre el poema: Un suicidio en Margaret, sólo la llevó a sentirse como un fantasma, cuando logró descansar en paz con el llanto sin lágrimas…Mi #44 de novelas cortas en el año 2021…Mi #82 de novelas cortas hasta el año 2021…
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 26
- Usuarios favoritos de este poema: Aida ☘️💟💥💫
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.