El cóndor llora de impotente,
el colibrí se tambalea herido,
el quetzal vuela al infinito,
el águila clava su pico en medio del dolor y la tristeza.
La gente corre llena de miedo y espanto.
Grita, nos quieren matar,
están disparando,
son balas de verdad,
nos quitan la vida.
Muchos caen al suelo llenos de sangre y dolor,
invocan ayuda.
Estoy herido,
no quiero morir,
la cruz roja mira indiferente, no interviene.
los manifestantes levantan las banderas con sus brazos rotos y de rodillas.
La policía, el ejército, los paramilitares
y los cívicos disparan a quema ropa,
llenos de júbilo, ira y venganza,.
Se lee en sus miradas y actitudes,
odio al universo indígena,
de sus ojos brota fuego y cinismo,
bocas llenas de palabras cubiertas de violencia y frustración.
Se ensañan sobre los caídos,
los refriegan la cara con sus botas,
los empujan,
los pisotean.
Se miran entre ellos,
llenos de júbilo.
Ríen a carcajadas;
les gusta humillar,
mancillar y asesinar al pueblo originario,
pueblo indefenso,
sin armas,
sin malicia.
La resistencia indígena levanta la Wiphala
y murmura en silencio,
solo queremos una patria libre,
un nuevo continente,
un continente hermano,
un continente para todos.
El tiempo se detuvo,
el mal nos cobija,
nos acusa,
nos tortura,
no nos quieren,
no nos reconocen,
nos odian,
nos quieren matar.
Una voz grave y rotunda surge desde el infinito,
dice: hermanos no lloren,
no desmayar,
no están solos.
Tenemos la razón,
somos rebeldes,
somos futuro y pasado.
El amor a la vida colectiva es más fuerte que el odio de clase,
más fuerte que el desprecio racial y las ansias de poder.
Por amor no cesaremos de luchar,
reivindicar,
resistir hasta morir si es necesario.
No se mata las semillas,
no se puede asesinar un pueblo entero,
no se puede extinguir una cultura,
no se puede borrar la memoria histórica,
no pueden ignorarnos más,
somos la mayoría.
Somos el planeta,
somos la naturaleza,
somos millones de kilómetros recorridos,
somos el aire y la tierra que nos rodea,
somos el sol, que nunca dejará de brillar,
somos la luna en vigilia,
las estrellas distantes,
el agua que calma la sed de justicia,
los tonos de una bandera de colores
y los hijos más puros del continente Abya Yala.
Por Walter Trujillo Moreno, diciembre 2021
Poema dedicado a las masacres de Sacaba, 15 de noviembre, y la masacre de Senkata, el 19 de noviembre 2019, y al enfermero heroico, Ayben Huaranca, que ofreció su vida y libertad, por cuidar y salvar a los heridos.
Articulo y entrevista a Ayben Huaranca en Berlín, noviembre 2021
http://vulcanusweb.de/la-masacre-de-bolivia-no-se-puede-aceptar-perdonar-olvidar-y-jamas-se-debe-repetir/
Relato de Ayben Huaranca Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=3V4TVAynzT4&feature=emb_imp_woyt
- Autor: Daquilema (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de diciembre de 2021 a las 20:35
- Comentario del autor sobre el poema: Poema dedicado a las masacres de Sacaba, 15 de noviembre, y la masacre de Senkata en Bolivia, el 19 de noviembre 2019, y al enfermero heroico, Ayben Huaranca, que ofreció su vida y libertad, por cuidar y salvar a los heridos.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 98
- Usuarios favoritos de este poema: Aida ☘️💟💥💫, Antonio Miguel Reyes
Comentarios1
Precioso relato de lo que nunca debe de pasar.
Gracias por compartir
Saludos
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