**~Novela Corta - Escucha: Silencio - Parte III~**

ZMRS

Si el silencio no habla, no escucha, es sólo un dolor y tan abstracto, se dice Soledad. Cuando en su mundo se dió lo más fuerte de un todo, y porque Soledad quiso ser como el ave y poder volar lejos, y quedar entre las entrañas rojizas del ocaso de ese atardecer en que ella lo observa desde a lo lejos de ese horizonte frente al mar. Y con ese sol a cuestas de la razón y de la verdad, de que le da calor, pero, es que el frío era muy intenso. Cuando en su forma de creer en el alma quiso ser en la magia fortaleza de su advenimiento de dar con la única solución esa magia en su vida. Y su instinto se vió formando la decadencia y la manera de creer en la forma de dar con el silencio una sola manera de creer en el alma y era escuchar el silencio. Y se vió atraída por el silencio y más que eso se vió en una sola forma de ver el cielo de azul y no tempestad y con un corazón sobre las nubes. Y quiso ser como la alborada mágica y como el desastre en dar con el dolor de su sola fe. Cuando en su ineficaz fortuna de hablar con el silencio, sólo quiso en ser como el mismo deseo de querer hablar con el silencio y decir -“escucha: silencio”-, y sin mediar palabra, Soledad, se vió entristecida, y llena de pavores inciertos cuando su cabeza pierde la razón y se torna en locura y tortura cuando su mundo se hace y se deshace en contra de esa voluntad en querer amar lo que más converge en el trance de la verdad transitando por la vía o el atajo más fácil de llegar para hablar con el silencio. Y Soledad, yá se torna en una insania y vesania tentación de hablar con ese silencio. Y ese silencio sosegado y callado, y sin decir nada, quedó mirando a Soledad en el alma, sí, en el alma, y quiso ser como el sol o como el mismo imperio de creer en el alma a ciegas. Porque cuando Soledad queda en soledad en su hogar, sí, en esa casa vacía de cosas, pero, llena de tantos recuerdos, si sólo se escucha el silencio allí. Porque cuando ella llega hacia el destino frío, y sabe una sola cosa, que su rumbo y su trágica existencia se vió tan fría como el mismo hielo. Cuando en su afán de creer en el tormento de su voz creó una osadía inerte y fuerte de una voz casi trascendental. Cuando Soledad se dedicó en ser tan fuerte como la luz de su propia alma, pero, al fin y al cabo, quedó como la furia y desatando una fuerte voz en el alma, cuando en el silencio, sólo socavó en una fuerte ilusión, destruyendo la vida y más en el oído de tentar la fuerte emoción de creer en el silencio solamente creyendo en la sórdida y mortal soledad. Y desbaratando en el alma una sola luz, y en el cuerpo un sólo sentido, en el cual, se enterneció la vida de un suburbio automatizando lo inesperado y lo más vil de un sólo todo. Si en el alma quedó como un simple grito y de su alma como la verdad y la más hazaña de toda la vida. Porque cuando en su terrible alma Soledad quedó como el ave volando lejos y en el tiempo, como una imposible imposibilidad de creer en lo funesto de un cruel instante cuando en el alma quedó como el mismo mal capricho de creer en su hogar que el silencio también habita allí y con ella, con Soledad. Si desafortunadamente cayó lo que calla una dulce doncella, en dar como en la alborada y pensar en el deleite delirante de dar con el silbido autónomo de dar con el alma a ciegas una sola verdad. Porque cuando se empezó la vida, comenzó el tiempo y con el tiempo el eterno silencio. Cuando en la vida quedó como el ingrato dolor de dar con la mala suerte de creer en el solo silencio en su hogar. Y su hogar decorado de violeta amatista, tiene unas orquídeas en el recibidor y en la cocina adornando todo en color violeta. Cuando en el desastre de creer en el suburbio autónomo de dar con el viento y el mar donde labora como mesera frente al mar desértico en un quiosco de comida rápida, mientras que en el descanso y en su hora de almuerzo ella se sienta frente al peñasco y de frente al mar prohibido y bravío en que sólo escucha el silencio como lo estruendoso del viento. Cuando en la alborada se gana y se pierde una sola sensación de confesar un solo silencio, cuando en el alma se siente como el mismo viento en la misma piel y desafiando el instante en que se gana una sola verdad. Si en el trance imperfecto de la vida siendo lo que más se cosechó una buena reacción cuando se ganó una sola solución en querer amarrar el deseo a una situación mágica. Y Soledad amargamente lloró en silencio y soslayó su deseo y más su mal inconsciencia de creer en el alma, fingiendo en el soslayo de una sola forma en que el suburbio de la mala naturaleza se siente como el mismo desafío frío y tan insistente como la misma luz del sol. Si en el desierto de su insistir se sintió como el mismo llanto frío de creer en el ocaso dentro de la misma forma de dar con el alma un sólo terrible desenlace de creer en el alma llamando al silencio en contra del ruido y del dolor que siente Soledad por estar en soledad y ella le dice al silencio sólo, -“escucha: silencio”-, cuando en el ocaso se fue y llegó la fría noche, con el llanto sosegado y con la soledad a cuestas. Si en el albergue de la naturalidad de un sólo deseo se fue Soledad hacia el mismo instante frío desolado y triste. Y por conseguir el frío nefasto se siente como el frío desafortunado en poder creer en el alma fría como el mismo hielo. Y como el mismo instante en que se siente ella como la misma imposibilidad de creer en su alma creyendo como la forma ingrata de dar con el alma inesperada de dar con el desastre frío y tan mal consecuente de ver el cielo invernal. Y con el alma adolorida se vió atormentada de un sólo frío entre su propia alma. Cuando en el alma de Soledad se identificó como la misma soledad abriendo un sólo camino en la sola soledad, cuando en el alma supo que en el coraje de la verdad se sintió como tan suave y tan delirante y tan delicada, pero, tan funesta y tan real como unir o comenzar a bifurcar el instante en que se cuece el alma de delirios y tan fríos como la misma nieve en el invierno que pasa por el hogar de Soledad.  Cuando el alma quedó como un símbolo de creencia en el alma como un sólo infortunio destrozando el mismo invierno, pero, vá y se sienta en el peñasco frente al mar desértico y nota algo que en el mar hay silencio aunque sus olas bravías se sienten como sus olas bravías contra la roca y con esa bruma espesa en poder creer aún en el silencio. Si en el alma de Soledad se vé marcada de un dolor perenne, pero, con penurias. Cuando en la reyerta Soledad posee en su alma y en su delirio delirante de creer en el alma desafiando en el trance de la verdad de ver el cielo de azul y por una gris tormenta. Cuando por fin se siente como un sólo rifirrafe la camorra perdida entre el dolor y su llanto frío. Es la sentencia y tentar en frío el ademán gélido y de un sólo trance en deleitar la forma de creer en el alma rota. Y sintiendo el buen ánimo se siente peor aún, si el alma está devastada de llanto y de un sólo mal tiempo. Cuando en su afán de dar con la única solución y salida, se vió aterrada a creer en el alma fría de un sólo deseo en el comienzo de dar con la verdad de que ella le habla al silencio en la sola soledad. Si en el desafío inocuo se siente como el silbido de un hálito nocturno en el ocaso de un desierto mágico, pero, es el silencio si es como el ir y venir lejos y de un sólo mal tiempo. Cuando se enredó el tiempo y más el invierno frío dentro de la misma fiebre en el ocaso de una tarde. Si desafortunadamente en la tarde Soledad se le viene el ocaso hacia el mismo instante en dar con el instinto de una sola solución en decir que la única salida es decir al silencio, -“escucha: silencio”-, si se siente como el mismo instante en poder creer en la magia de un cometa de luz y en el alma una sola seriedad en el alma más fría. Si tristemente solloza y soslaya en la sombra y en la penumbra de una sola noche y en el alma desértica se siente como en el alma una frialdad en un sólo tiempo en redentor, cuando se fue la forma de dar en el ocaso una furia tan nefasta, pero, tan trascendental. Si en el ocaso vivo se encierra en la nieve una muerte segura dentro del frío invernal y dar con la única solución en formar y dar a parte en la vida misma. Cuando dentro del instinto se vió frío e indecentemente atrevido en la forma de creer en el alma viva de dar con el único frío de encerrar el alma en la vida misma. Y en la noche trascendental de toda una vida, se vió el frío en el alma, una sola verdad de creer en el alma muerta. Y edificar la manera de dar con el alma se vió Soledad en el tiempo y más en el ocaso frío, de sentir el comienzo cuando finalizó la vida de Soledad sólo hablando con el silencio y sólo le dice, -“escucha: silencio”-, en la forma de dar con la alborada llena de soles y de calores desérticos. Cuando en el atardecer sólo se vió marcado la forma de creer en el ocaso a todo un nuevo sol, y en cada delirio un frío, en el cual, se da forma al ademán frío y de un sólo tiempo en que el sol se convirtió en calor extremo. Si en el alma se siente como el desafío inerte de dar con la nieve fría dentro de la noche invernal. Y se siente como el mismo delirio latente y tan caluroso, pero, en contradictoria sensación, porque en vez de un frío, sólo se siente el calor y un nuevo instante. Cuando en la alborada se siente como aquella vez en que se percibe el desastre de creer en la misma muerte fría, como en el desastre de dar con el mismo frío instante de dar con la única salida en querer obtener de la vida una sola virtud. Y Soledad callada y álgida como el mismo silencio o viento o aquel mar desértico, cuando ella se sienta en ese peñasco donde vé y ella observa al mar todas las tardes, con ese atardecer tan reluciente en que sólo se siente como el solo horizonte. Cuando en el alma quedó como llegó ese frío impetuoso y muy desgastado, pero, que aún da su eternidad fría y friolera de un sólo tiempo invernal. Cuando en el alma desierta de un sólo porqué y tan desnudo se siente como el ocaso vivo de un sólo después, cuando el alma de Soledad se llevó su esencia de mujer solitaria escuchando el silencio, y el silencio a Soledad. Cuando en el alma se sintió en soledad y más en el ocaso vivo de dar con ilusión devastada de un llanto amargo en la misma alma, desatando una euforia inerte y tan fría como el mismo silencio de dar con el alma fría un sólo dolor. Y sintiendo Soledad el desafío inerte y el frío desenlace dentro de ese mismo ocaso en que ella observa y mira al mar y siente el viento y con el mismo sol y con el alma desierta se atrevió a decir, -“escucha: silencio”-. Y el silencio no hizo nada, pues, en el instante en que se debió de sentir como el mismo fuego que late en el alma como un latido fuerte y claro en el mismo corazón. Y miró al mar y observó ese mar desértico y trascendental de una misma euforia en su propia alma llena de luz intransigente. Cuando en el alma quedó como un sólo deseo en querer amarrar el ingrato dolor en el mismo corazón. Y fingiendo hasta el alma Juan amó a lo que converge en el alma de Soledad, cuando en el alma sólo presiente un sólo desafío y en el alma una sola verdad. Y Juan amando, sí, a Soledad cuando hasta al alma quedó desorbitado en un sólo mal tiempo, en que quedó como el alma fría, que dentro de su piel,  sí, en la piel de Soledad quiso amar al tiempo y al mismo candor en virtud y de ella misma. Cuando en el alma quedó como una mala suerte cuando Juan fue como el mar o como el viento, cuando Soledad amó a su soledad, cuando en el tiempo desbarató el alma dejando caer en el ocaso impetuoso en dejar su situación fría y en una sola soledad ambigüa de temor incierto. Cuando Soledad quiso ver el cielo y al mar entre ambas cosas, sí, entre dos y tres ingratos dolores cuando ocurrió el frío y tan nefasto de dar en contra de un todo una sola nada. Y saltando el dolor en el corazón fue que quiso Soledad de envenenar al tiempo y más a su propia alma, cuando quiso converger en el alma a toda verdad, cuando en el alma se siente como el destino frío. Y querer enamorar al destino frío quedó como principio de un sólo todo, cuando en la nada quedó como órbita lunar enredando a un sólo cuerpo en un deseo de soledad en la amarga soledad, y entrever en el alma una falsa verdad y fue que en el instante de converger en el alma una certeza se fue abajo el mismo dolor. Cuando hasta el alma de Soledad quedó como el mismo imperio sosegado y herido y tierno como el ave tratar de volar en el alma una sola profunda herida y de querer amar en el trance de la verdad. Cuando seriamente se fue el alma de la vida y de la vida el alma. Si sintiendo el ocaso quedó en un sólo fracaso y con el alma a solas interrumpiendo los latidos del corazón. Cuando hasta el alma fundió una espera tan inesperada de creer en el tiempo y más en el corazón inerte e inefable de caer callada como una dulce doncella y quedó como el dolor de un sólo corazón. Y Soledad frente a ese mar impetuoso en querer amarrar el alma a un amor sin querer saber de que Juan también la ama y con todo el corazón. Si extremadamente como un sólo tiempo en que se cuece el fuego devorando la raíz de un sólo dolor en el corazón, ella quiso saber de que el trance se edificó el más tormento fabuloso en querer amarrar el deseo inocuo y trascendental de un sólo ocaso con luz de un flavo color. Cuando en el trance de la verdad será efímero y nefasto como la verdad impoluta de saber que su mundo será como el trance vivido. En querer amar el delirio frío de querer en el frío una verdad de querer amar en una esencia marcada en querer ofrecer el alma una sola luz. Cuando en el desafío trascendental se aferró el alma en un ademán frío y tan inocuo tan cobarde como el alma álgida. Cuando sólo Soledad se aferró el alma desierta en poder creer en el alma a ciegas donde el alma se obtiene un sólo dolor. Cuando en el trance imperfecto de saber que el delirio y tan frío como el ademán se siente Soledad como la triste soledad. Cuando en el deseo en converger el delirio frío se siente como el alma muerta de desafíos inertes entre lo que más conlleva una dulce atracción. Cuando en el alma se siente como el alma nueva en querer amarrar el alma en cada palabra. Cuando en el alma se siente como el ave en el alma fría destrozando una sola verdad. Cuando en el alma sólo está el ademán y tan frío se siente como el ingrato dolor de llevar en la sangre la sola soledad. Cuando en el alma no se siente el frío desafortunadamente si Soledad se da el mismo instante en que se cuece el alma de fríos adyacentes. 



Continuará…………………………………………………………………………          

 

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 24 de diciembre de 2021 a las 00:01
  • Comentario del autor sobre el poema: Soledad era una chica solitaria, la cual, le habla al silencio…Mi #48 de novelas cortas en el año 2021…Mi #86 de novelas cortas hasta el año 2021…
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 12
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.