Se ha muerto el Sol

Haz Ámbar

Se ha muerto el Sol

en mi vida

desde que tú te fuiste

sin decir si volverías... 

 

Ahora estoy tan triste 

que no sé si existe

en el mundo

alguien para mí. 

 

Me pierdo cada día

esperando a que termine

fundido con el gris

de muros y edificios 

 

(no me encuentro yo

entre las garras de mi vicio

viendo cortinas

en lo altísimo

de un cielo

de piedra invicto).

 

Tu dios

me brinda en cortesía

unas caricias, 

y es el mismo

que me trata como un niño, 

que se aparta si camino

hacia el más temido precipicio, 

que desata las tormentas

que caerán sobre mi sitio.

Tu dios,

no te sorprendas,

es tras su disfraz un arlequín

y por dentro

de todo, en fin, se ríe

hasta que le saltan los botones

de su ajustada (y tris) camisa. 

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