El problema

El problema nunca fue la seriedad con la que ibas, el problema era esa manía tuya de cortar mis alas. Alas las cuales yo se bien que pueden volar alto, lo se porque te lo estoy demostrando sin la intención de demostrarlo.
El problema no era hacer juntos un hogar.
El problema fue que vos querías una casa, y yo quería una hoguera y un refugio para mis fatales heridas en guerra.
El problema no era la casa ni la casita, pese a que se bien que merezco un castillo, no porque me lo compraras sino porque yo misma podía construirlo.
El problema siempre fue que para que yo estuviera no significaba que tenía que estar sometida a una jaula en la arboleda de tus antojos, por mucho oro que tuviera.
El problema... Siempre fue el problema, que tengo sueños, muchos sueños, sueños ambiciosos y solos que me piden la orbita de su atención.
El problema fue que no entendiste que habían visualizaciones conceptualizadas en mi, y que tu yo envidioso no supo suprimir... Ese ego, ese desamor de no entender que mis objetivos siempre irían a  presidir antes que los tuyos. Todo se complico cuando no pudiste, (si quiera intentarlo) afrontar esta idea preciosa y maravillosa que aparte de ser mujer, también soy alguien que piensa, a gloria y honra propia.