Soliloquio de despedida

Dumo

En cada línea de humo, aquella vida pasa y se refleja cada recuerdo, allí se encuentra la tortura, aunque no hay arrepentimientos. Todo hubiese podido ser mejor pero nada vale lamentarse, el cigarrillo sigue consumiéndose y las cenizas que ya no están unidas por la llama de mi interior caen como frágiles cristales, esos sentimientos perdidos, ese querer y no poder. Uno a uno van cayendo, así con cada paso perforan el alma y el cigarrillo no se detiene.

Le doy un beso, un beso que los dos sentimos, ambos aceleramos, damos un paso más a acabar con nuestra existencia, pero en ese mismo instante recuerdo los besos que he dado, las palabras sinceras, las risas sentidas, las palabras sinceras que entregué con estos mismos labios. El tiempo se detiene, no todo está tan mal ¿No? Pero la esperanza aborrece, dichos recuerdos en este momento no valen nada, cada persona que estaba allí ha desaparecido, han dejado todo atrás, han olvidado todo lo que se abalanza ahora sobre mi y me desgarra como una fiera hambrienta a su presa.

Pronto el cigarrillo acabará y la soledad comienza a invadir, a llenar los vacíos que en mi yacen pero no se puede juzgar aquella vieja compañera que se une, no todos tienen la valentía de hacerlo, tampoco con tanta frecuencia, no me ha quedado más remedio que tomarle cariño y ¿Cómo no hacerlo? Si cuando fui miserable, inseguro, abandonado y de mis ojos brotaron lágrimas; me vio, no con ojos de repudio, esos ojos solo están en los humanos, vacíos e inertes, jueces del prójimo, cobardes que condenan para no ser condenados causando dolor, no ese dolor perceptible que vemos en rostros quejumbrosos, no, es el tipo de dolor que es difícil acariciar porque se convierte en miedo y el miedo es una jodida energía que nos hace perder, perdernos, perderlo.

La colilla ya no soporta más, ha decidido comenzar a apagarse, su sonido es desgarrador, rompo en llanto no solo por el, también dentro de mi este mismo sonido fue emitido, pensé que todo se iba romper, pero no, ese sonido fue peor, solo escuchaba como se consumía mientras que suplicaba que fuese amado, salvado, abrazado. Fue escuchado por aquella que siempre estuvo observando desde lejos, tan segura. Cuando la ví, no sentí miedo yo también estaba seguro que en algún momento nos habíamos de encontrar, me levanté firmemente ante ella he hizo todo lo que suplicaba, aún si decidió que su manto aún no era para mí, beso mi frente y me dijo "vive". 

Era la muerte.

  • Autor: Dumo (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 5 de febrero de 2022 a las 09:12
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 36
  • Usuarios favoritos de este poema: Paco Jose Gonzalez
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