Cuento de batalla

Anne Sarabande

Una bomba me cae y me destroza el cuerpo. En vez de cubrirme lo recibo con los brazos abiertos. El piloto desde el cielo se ríe, disfruta ver el moribundo suplicar por un segundo de vida, una oportunidad del destino: no pasar por ese camino mientras recogía margaritas. 
Cae el canasto, el cielo saluda al muerto, la tierra recibe el fertilizante natural de su sangre. 
Aún, en las penurias de su agonía recordó su vida, una canaleta de recuerdos le dió una despedida. 


Ella
Él
Ellos
Eso que llamamos un "nosotros."

Le tomo la mano, él lo aparta entre risas. 
Le tomo la mano, ella se limpia luego de soltarla. 
Insisto en el agarre, me duele presionar los nudillos. Un colorcito blanco por el agarre invade la piel, es la fuerza haciendo estragos en su dependencia. 

Las margaritas se tiñen de rojo, ya no son más blancas, son rojas, se confunden con rosas. Así de fácil. En la muerte humana nace una flor, por primera vez el muerto tiene más flores a su alrededor que cuando estaba vivo. 

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