Grandísimo Zar, me has engañado, afuera se puede vivir de la belleza de lo insignificante.
Llévate todo lo que me has dado, todo lo que me has enseñado, todo lo que mis manos grabaron en tinta sobre una montaña de ideales.
Grandísimo Zar, me diste la libertad de no creer en un Dios, de no seguir alguna corriente, de llenarme de estar vacío y te convertiste en mi Dios.
En el último viaje dejé la conciencia en la punta de un girasol, grandísimo Zar, en el último viaje me sentí amo del mundo por ello lo abandoné.
En el último viaje estaba seguro que no sería el último viaje, pero aquel hermoso pájaro posaba en la punta de un pequeño árbol cantando el más hermoso trino que jamás había escuchado, en ese instante me llené de vida, lo observé lo suficiente para entender la inmensidad del tiempo y el espacio, antes de ser devorado por un halcón, antes de que el tiempo me recordara que es tarde.
- Autor: javiercastellano23 ( Offline)
- Publicado: 16 de febrero de 2022 a las 00:14
- Comentario del autor sobre el poema: Aquél Zar es el podrido emperador que habita cada vez más en mi interior.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 16
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