Era fragante el silencio

Era fragante el silencio

 

Como la flor que la estrella extrae de su rama la fragancia,

así mis ojos te buscan en cada giro de su pétalo,

y hacen florecer lo que me espera.

Brota tu voz

y al despertar se rompe con su sabor de llama, porque eres una hiedra sobre los frutos de mis dedos;

estallas en el árbol como el fuego de su lámpara de agua

que viaja en el río de mi mano y tu haz de humedad

es recuerdo que germina y puedo verlo todo:

veo la espuma que pasa en el azul radiante de tu boca,

veo el círculo de la magnolia desatada en la perfecta lucidez del pecho

y vuelvo a tu fragancia de mar enmohecido, deslumbrante piedra que florece en un ramo,

lienzo congregado en la mirada.

 

Es cierto que no te veo, pero sí te veo incesante y nocturna

en los vapores de la taza del café

y a esta hora se desboca la ternura impregnada de tu aroma vegetal,

el movimiento constante en esta soledad es música y madera fugitiva,

¾ Lo recuerdo bien ¾

Desnudez de la marimba y su murmullo,

estatua de la ola erigida en la frescura del sueño y sus afiches.

 

Camino con la sombra de tus ojos en el amanecer de tus raíces,

entre el agua del alba te recorro.

Implanto las corolas de tus pasos

en el sitio en que siento tu presencia lacerándome el alma.

Mientras se tejen los tiempos de la cruel pandemia, su telaraña nos aleja sin tregua.

Abro mi corazón a los instantes que cuelgan del reloj

y el aroma de la noche transcurre en torno al silencio

y hallo en tu lejanía la virtud que esconde mi poema

porque eres la causa que desde mi interior el amor sonrosa.

 

Entre el aroma que desde la luna gotea

vivo la experiencia de quererte sin que el viento lo perciba,

sin que el silencio sepa de mi estado doloroso.

Sólo eso, una pequeña gota de ese amor

que la luna me da en el espacio de las cosas.