He visto como caían
gotas de lluvia en tu pecho.
Eran lágrimas de vida
sobre una piedra dormida
en el pantalán del puerto.
Te he mirado y he sentido
como volvían recuerdos
de los amores vividos
que ni el tiempo ni el olvido
lograron librarme de ellos.
Eres la esencia y el alma
de una promesa incumplida
y ahora miras callada
con lágrimas en la cara
en una eterna vigilia.
Me marché hacia el horizonte
prometiendo regresar,
más la prisa de ser joven,
pecador en los valores,
me hizo rápido olvidar.
¿Quién diría que esperabas?
¿Quién supuso de tu amor?
La espera fue demasiada
para quien ama y amaba
con tanta consagración.
Tu tiempo quedó en el tiempo
junto a tu lumbre y la vida,
dejándote los lamentos
de quien no alcanza el momento
que la esperanza le brinda.
El puerto fue tu existencia.
El sol y el mar confidentes.
Te convertiste en la estrella
que en las noches de tinieblas
guía a los barcos que vuelven.
Con la esperanza en crespones
abandonaste la vida
y en tu honor los pescadores
te erigieron con honores
esta estatua que hoy me mira.
Y aquí estoy, amada mía,
aunque tarde y con dolor.
He vuelto tras una vida
que al verte siento perdida
para pedirte perdón.
Mando al cielo una plegaria,
pido un ruego y pido a Dios,
que no quiero ver tu cara
con lágrimas derramadas
porque el que llora soy yo.
- Autor: RICARDO V ( Offline)
- Publicado: 25 de febrero de 2022 a las 11:02
- Categoría: Amor
- Lecturas: 36
- Usuarios favoritos de este poema: yunque, Antonio Miguel Reyes
Comentarios1
Buenas letras, saludos
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.