Estaba acostado desnudo en la cama de mi musa, mientras ella en la tina del baño borraba cada huella de mis manos, cada lágrima de mi pene, cada bocanada de mi aliento que yace humedecido en su cuello, que yace en la memoria de mis susurros de amor.
En el fondo esto es verdaderamente placentero, desde hace mucho tiempo vivo solo, a rienda suelta, así que una vez por mes o tal vez dos, una de tantas noches pesco en las profundidades de un pozo de rechazos a esa mujer que lo entiende todo, a esa mujer que lo entiende todo.
Ella sale del baño totalmente descubierta y tiene esa mirada, tiene esa sonrisa que me hará despertar de este letargo, un tercer round.
Enseguida se echa a la cama, quita mi sabana de mi pene y comienza a frotarlo mientras me pide que le demuestre quién la doma, quién es su amo.
Yo entonces dispongo a ofrecerle algo más, a llenar el alma con mi única virtud, con el mayor de mis defectos.
¡Oh, mi amada musa, antes de cualquier despojo déjame hacerte reina de este verso!
Majestuosos son tús ojos, par de lunas que iluminan este mundo oscuro, se aleja la soberbia de mi humildad al decirte que soy afortunado, al decirte que no he visto entre las estrellas las huellas de los astros, pero he visto la sencillez de tú sonrisa y me siento lejos de esta galaxia.
Estoy más caliente que el sol y no deliro de alguna enfermedad, estoy cerca del cielo y carezco de alas, estoy lejos de estar loco porque quiero estar contigo y estando contigo, no me siento cuerdo.
Ligeramente me atrevo a decirte que es un placer tener el placer de llenar mi ser en los brazos de tú querer, en la apertura de aquél milagro húmedo que nos hace dueños del tiempo.
- Autor: javiercastellano23 ( Offline)
- Publicado: 26 de febrero de 2022 a las 00:57
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 56
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